El arte de Juan Antonio Horrach
Sobrecoge que una realidad tan desnaturalizada como Balears mantenga vínculos personales
La Línea Roja Matías Vallés (19/10/2022)
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Palma
La muerte del galerista Juan Antonio Horrach ha resonado como un mazazo en la sociedad mallorquina.
En medio del dolor, sobrecoge que una realidad tan desnaturalizada como Balears mantenga vínculos personales que todavía vibran con la armonía de un instrumento bien afinado.
El propio Horrach estaría sorprendido ante la repercusión alcanzada por su figura.
Los periodistas somo testigos de que no hacía ruido, ni reclamaba espacios, ni pedía subvenciones.
Simplemente, reinvirtió una parte importante de su fortuna en enriquecer a la sociedad, porque el arte es un mal negocio.
Su comportamiento generoso y callado contrasta con la estridencia estéril del gremio turístico.
De ahí que la emoción por la pérdida de Horrach corra el riesgo de concentrarse exclusivamente en su indiscutible calidad humana.
Es injusto, porque el arte de Juan Antonio Horrach también le sobrevive.
En el balance que sigue a una desaparición, nos damos cuenta de que sus logros superan con mucho al eco que alcanzaron, tanto en los artistas que expuso como en la nómina de ilustres visitantes que atrajo a su galerías.
Aunque la perdida humana siempre duele más, Balears se queda también sin uno de sus motores culturales más efectivos y silenciosos.