Forn de La Concepció, una historia de amor con harina y levadura
Joan Isern y Maria Sureda se enamoraron entre cartas, de Mallorca a Ceuta, y un programa de radio
Forn de Sa Concepció, una historia de amor con harina y levadura
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Palma
La historia de amor de Joan Isern y Maria Sureda podría haber inspirado a cualquier director de cine. Un amor que nació de la petición de un programa de radio. Un romance que se fue forjando entre cartas que recorrían tierra y mar. 810 km, la distancia de Mallorca a Ceuta. Allí, en el norte de África, se encontraba Joan haciendo el servicio militar. Su amor creció de forma pausada. Se leían, se contaban, se acompañaban desde la distancia pero con toda la cercanía que da leer las palabras que la otra persona ha escrito para ti. Su amor fue creciendo con el tiempo. Del intercambio de cartas llego el momento más esperado, el de encontrarse en persona. Se conocieron, se casaron, tuvieron tres hijos y construyeron y consolidaron un legado. Emprendieron un negocio familiar que a día de hoy todavía sigue muy vivo.
Son las 10 de la mañana, de un martes de finales de octubre. Debería hacer un poco de frío, pero sigue reinando el calor. En la barra está Joana Maria y habla con un chico que, pocos minutos después, descubriremos que es su hijo. Hablan de un viaje pero ella no está muy convencida. Me sonríe de forma afable cuándo me acerco hasta ellos. Una luz tenue hace del espacio un lugar acogedor. Llama la atención la estética, la decoración, el espacio en general. Es, según lo describe Joana Maria, estilo vintage.
Encontramos hasta uno de los monos de la juguetería Babelín, que se acordarán estaba ubicada en la calle Olmos. Cuándo este local bajó las persianas, el mono se perdió. Ahora, tiempo después custodia el interior del Forn de Sa Concepció de la Plaza Barcelona. El hilo musical lo pone un programa de radiofórmula de música de los años 80 y 90.
Hay dos sucursales de este emblemático negocio familiar. Uno, el más antiguo data del 1902, aunque podría ser incluso anterior. Entre los papeles del horno se encontró un contrato de alquiler de la República, uno de Alfonso XIII y también alguno de la dictadura. En el número 16, de la calle concepción encontramos la panadería, pastelería "La Concepción". Años más tarde, entre el 1974 y 1975 abrieron el segundo local, dónde tiene lugar esta entrevista.
Una historia de amor que también fueron los inicios de un negocio familiar que ha sobrevivido décadas. Un oficio, la panadería, que también fue el hogar de Joana Maria Isern. Ella empezó a trabajar en el horno en el año 86 pero nació y creció entre harinas, levadura, agua y todo lo necesario para elaborar el pan. Hubo algo que la marcó todavía más. Su madre, Maria Sureda Jaume, una mujer muy avanzada para su época.
La panadería ha ido cambiando al mismo ritmo que lo ha hecho la ciudad de Palma y también la sociedad en general. Se ha ido adaptando a lo que el barrio necesitaba. La sucursal más antigua empezó ofreciendo la panadería como plato fuerte pero, al mismo tiempo, cumplía la función de colmado. En ese momento, no había tanta oferta de supermercados como los conocemos hoy en día y los clientes siempre necesitaban algo más. Arroz, leche, entre otros productos. En los años 80, hacen una reforma y se convierte más en panadería, pastelería y confitería y ofrecen más bombones, caramelos. Con la llegada de los 90, la familia Isern y Sureda apuestan por ofrecer servicio de cafetería que se mantiene en la actualidad. La llegada del turismo también influyó en el negocio.
En la actualidad, el forn de sa Concepció de la calle Barcelona es el punto de encuentro del barrio. Durante las tres horas que estoy con Joana Maria en el interior del local, no hay persona que entre a la cuál ella no la conozca y sepa en qué momento vital se encuentra.
"Salvo que algo lo impida". La mayoría de los clientes de Joana Maria son los habituales. Vecinos que viven por los alrededores o gente que trabaja en el barrio. Todos acuden sin falta cada día, menos el domingo que está cerrado. Es fácil de entender porque repiten, porque cuándo cruzas la puerta, cuándo cruzas esa fachada que, a priori, no te llama nada la atención descubres un lugar afable, descubres un sitio en el que es muy sencillo, como dice Mireia otra clienta habitual, "sentirse en casa".
Mireia que cuándo vuelva de viaje tiene una tarea pendiente, enseñarle las fotos a Joana Maria. Que está un poco preocupada porque se va a Gambia y estará muchos días sin ir a verla.