El tomate de ramallet a precio de smartphone
La fruta me parece un producto más meritorio que el teléfono, sobre todo desde un punto de vista científico.
La línea Roja Matías Vallés (27/10/22)
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Palma
El precio del afamado tomate de ramallet mallorquín sube en una semana de seis a nueve euros.
Es decir, una inflación de casi un diez por ciento diario, para quienes se creen todavía que los precios necesitan un año para alcanzar ese margen.
Comparto su preocupación como consumidor, pero al mismo tiempo está a punto de resolverse una de mis dudas científicas:
¿Por qué un smartphone es más caro que una sandía?
Con todos mis respetos, la fruta me parece un producto más meritorio que el teléfono, sobre todo desde un punto de vista científico.
Y aunque la mayoría de nosotros no puede pasar cinco minutos sin consultar su pantalla de preferencia, tampoco aguantaríamos indefinidamente sin los alimentos con un valor que despreciamos.
Los listados de precios y desprecios, donde los sagrados alimentos se dan por descontados y se sacralizan las baratijas tecnológicas, son el mejor ejemplo de que hemos querido embarcar al planeta en nuestra locura.
El cambio climático quemó la cosecha del tomate de ramallet mallorquín para colocarle un precio a la altura de su calidad.
Y seguirá subiendo, aunque los enfermos sacrifican la comida antes que su adicción a las pantallas.
Cuántas veces decimos “qué extraordinario teléfono” frente a “qué maravillosa sandía”.