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El mar de Baleares alcanza los 28,7 grados

La boya de la Dragonera incluso supera esta media y la temperatura se localiza por encima de los 31

Isla de Dragonera / Wikipedia

Mallorca

El mar de Baleares, según los últimos datos del Sistema de Observación Costero de las Illes Balears (SOCIB), se sitúa en los 28,7 grados de temperatura. La boya de la Dragonera incluso supera esta media y se localiza por encima de los 31 grados. Es "en el oeste" donde se registran "los picos más altos", tal y como han apuntado desde la Fundación Marilles. Entre los efectos se encuentra la muerte de la posidonia y las migraciones de peces a otras zonas.

El mar balear está afrontando actualmente su cuarta ola de calor marina. Y se habla de ola cuando la temperatura supera la media registrada en las últimas cuatro décadas. Sandra Espeja, coordinadora de ciencia ciudadana de la fundación, ha destacado en la SER que la primera ola de calor marina tuvo lugar en enero, cuando la temperatura superaba "en grado y medio" a los datos de los últimos años en el mismo mes.

Todo este aumento, ha continuado Espeja, tiene "múltiples" consecuencias tanto para la fauna y flora del mar, pero también para los humanos: "Por un lado, vemos que hay una migración de especies, que se mueven de zonas tropicales a otras más frescas". Esto provoca que haya "especies invasoras" que "cambian el hábitat" y "rompen el equilibrio" en una zona. Asimismo, la coordinadora ha expresado hay cambios que afectan al ser humano: "Si se nos van las especies que solemos consumir, tendremos que hacer un cambio en nuestra alimentación".

Por otro lado, ha indicado que "hay más mortalidades porque hay especies que no se pueden mover al estar fijadas en el substrato", como los corales o las algas. En cuanto a la planta posidonia oceánica, Espeja ha subrayado que "empieza a morir a partir de los 28 grados".

Sin "correlación directa" entre la temperatura atmosférica y la del mar

En Baleares bajarán los grados a partir del domingo, pero desde Marilles han asegurado que "no hay una correlación directa" entre la disminución de la temperatura atmosférica y la del mar. Por lo tanto, que un día baje una no significa que lo haga la otra, sino que van a "ritmos diferentes". En este sentido, Espeja ha explicado que el futuro es "poco esperanzador" e "incierto" porque los datos de temperatura de las aguas están en "anomalías constantes".

La coordinadora de ciencia ciudadana de la fundación aboga por "reducir las emisiones de gases de efecto invernadero", "disminuir el consumo energético", "crear más áreas marinas protegidas" y "hacer una mayor gestión de las que ya hay creadas" para "empezar a mitigar" las consecuencias del aumento de la temperatura del mar.