El intercambio de casas echa raíces en Palma, quinta ciudad de España, con nueve mil pernoctaciones
Son datos de la plataforma HomeExchange. Este fenómeno se dispara como alternativa de hospedaje barato y de dudosa cuantificación
Palma
La ciudad de Palma acogerá durante este verano casi 8.900 pernoctaciones de intercambio de casas, un fenómeno que se encuentra en auge como alternativa al sector hotelero y a la vivienda vacacional. Son datos de la plataforma de intercambio HomeExchange, que dejan a la capital balear como la quinta ciudad de España con más registros, tras Barcelona, Donosti, Madrid y Valencia.
De hecho, explican que a nivel nacional se van a superar las 420 mil pernoctaciones. Se trata de un crecimiento del 147% en los últimos cinco años, que deja a España como el segundo país más popular, solo por detrás de Francia. Ya el año pasado se pudo apreciar ese crecimiento sobre 2022, cuando se superaron los intercambios en un 73% y en un 62 en el caso de las pernoctaciones. En cuanto a miembros registrados, se superan los 26 mil, un 20% más que en 2023 y un 177% más que hace cinco años.
El decano de la Facultad de Turismo de la UIB, Tolo Deyà, ha explicado que España, Baleares y Palma reúnen las condiciones para que prolifere esta modalidad: "ser un gran destino turístico; la alta calidad de las cadenas hoteleras, lo que no está al alcance de todos los bolsillos; y, en tercer lugar, que una parte importante del total de viviendas está en manos de extranjeros", quienes tienen menos reparo a la hora de sacarle provecho a su segunda residencia mientras ellos no están.
La propia plataforma da por hecho que con estos intercambios se están haciendo un uso de recursos ya existentes en el territorio, pero no es así. Deyà cuenta que, si hablamos de un intercambio puro, de primera vivienda por otra primera vivienda en otro lugar, no es comparable porque al residente no le apremia ninguna necesidad de visitar según qué lugares, contribuyendo a colapsar las calles y carreteras. Por otra parte, y esto no lo dice HomeExchange, ya no son dos vuelos los necesarios para llegar a Baleares, sino que son cuatro, dos idas y dos vueltas.
"Las personas se mueven y eso provoca la sensación de saturación. Un residente no va a la Catedral de Palma habitualmente, pero será lo primero que haga un turista que se quede en una casa de intercambio", ha ejemplificado.
¿Y qué pasa cuando se trata de una segunda residencia? Cuesta trabajo creer que el propietario va a acoger así como así a una familia o a un visitante de fuera en su segunda vivienda. Deyà lo tiene claro, "es imposible saber si detrás ha habido una transacción económica porque, vestido como trueque, no habría necesidad de declararlo en ningún sitio". "Eso es un cajón de sastre donde no queda claro si ha habido un intercambio económico, menos aún si se lleva a cabo mediante plataformas un tanto oscuras", ha indicado.
El intercambio de casas, como otras modalidades de pernoctación que proliferan en la industria turística, tienen el motivo de su existencia en el objetivo de ahorrar viajando o, incluso, de permitirte viajar si eso no era una opción anteriormente. Por eso ha señalado Deyà que sería una de las consecuencias negativas de actuar mediante la limitación, que quizá el turismo no quede al alcance de todos. "Aunque sea necesario hacerlo mediante el precio, desaparecerá esa democratización del turismo", ha apuntado.