"Los cruceristas no gastan, miran y se van"
Comerciantes y taxistas coinciden en que el poder adquisitivo de los turistas del centro de Palma ha bajado
Reportaje sobre los cruceristas en Palma
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Palma
Ningún visitante se quiere ir sin haber paseado por la Catedral de Mallorca. Es el epicentro de los turistas, sobre todo de los que vienen a bordo de un crucero. Esta semana habrán atracado 11 de estas embarcaciones. Fue el martes el día en el que más, con tres cruceros y 6.500 pasajeros a bordo. Mucha gente, muchas fotos, pero poco gasto.
Así lo reconoce Santi Cuesta, es taxista especializado en ofrecer visitas guiadas a cruceristas. Les muestra incluso un álbum de gran tamaño diseñado con inteligencia artificial con las excursiones que ofrece. Espera a la sombra con su taxi eléctrico mientras el grupo de tres turistas contempla la Seu. Después se irán a Valldemossa. Un tour por el cual han pagado 150 euros.
Su compañero, Juan Antonio, coincide con él, mientras espera a que termine la visita su grupo. Conduce el mismo coche y asegura que hay que poner límites a los 'rent a car'. Según él son muy baratos y cuando está nublado todos los turistas acaban yendo a Palma y se colapsa.
A partir de las diez de la mañana comienza a hacer un goteo de visitantes. A mediodía no cabe ni un alfiler. Elena Bibiloni se encarga de la primera heladería con la que se encuentran los cruceristas, justo en la esquina frente a la Catedral. Reconoce que al tener todo incluido en el barco bajan ya desayunados y son pocos los que acaban consumiendo.
A los pocos metros de la calle Palau Reial, que se convierte prácticamente en una zona intransitable, entre taxis, vehículos de reparto, calesas y grupos de turistas, hay otra heladería. Cerca del Ayuntamiento de Palma. La primera pregunta que les hacen no es cual es el sabor favorito (que es el de naranja y hierbabuena), sino si pueden usar el baño. Ana Piedad es una de las trabajadoras de la heladería.
Seguimos caminando con cierta dificultad, entre algún que otro empujón y mirando atrás por si vienen coches por la zona peatonal.
Hasta una decena de calesas se concentra frente a la Seu. Antonio Suárez toca la bocina para hacerse notar entre los grupos de turistas. Muchos le regatean y asegura que el poder adquisitivo ha bajado.
Los propios turistas incluso aseguran que gastan poco: vienen con los gastos pagados, comen en el crucero y pasean por la ciudad.
