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93-76. Class Sant Antoni roza una gesta histórica con un partido extraordinario y sa Pedrera emociona

El equipo de Sant Antoni fuerza la prórroga, tras igualar la renta de 22 puntos de Melilla, pero vuelve a quedarse a las puertas del ascenso a Primera FEB

Imagen del pabellón de sa Pedrera durante el partido / Cadena SER

Imagen del pabellón de sa Pedrera durante el partido

Ibiza

Los jugadores de Class Bàsquet Sant Antoni han hecho un partido para guardar en videoteca y ponerlo a cualquier equipo que requiera motivación. Los jugadores de Class y su entrenador han dado un ejemplo de coraje, casta, estrategia clase y orgullo porque han creído en los milagros deportivos.

Remontar 22 puntos en un partido de baloncesto puede ser algo más difícil que escalar el K2, pero con fe, todo parece a tu alcance. Seamos realistas, pidamos lo imposible.

El pabellón de sa Pedrera ha dejado una imagen imborrable, no cabía un alfiler y desde mucho antes del pitido inicial ha sido el jugador número seis, creando una atmósfera deliciosa y dejando y uno de los momentos más emocionantes del deporte pitiuso en su historia.

Se ha estado muy cerca, cuando todo parecía una quimera. De hecho, se ha entrado en el último minuto con una ventaja de 24 puntos que daba el ascenso y se ha tenido bola con 11 segundos para lograr lo que hubiera sido un ascenso antológico.

Se ha forzado una prórroga, y allí con bajas de jugadores clave, eliminados por faltas,física y mentalmente, no se ha podido completar la gesta.

Los jugadores de David Barrio han peleado cada balón como si no hubiera un mañana. Nada que ver con las facilidades defensivas de la ida. También se han empeñado en ganar la batalla del rebote, a pesar del poderío físico que tiene el conjunto melillense y han sido mucho más agresivos en ataque.

Para creer en remontadas hay que generar momentos y en el primer cuarto ya se inició el camino. Otra vez Peris era el bombardero en ataque, pero la clave estaba atrás. Los jugadores visitantes fueron conscientes de que no iba a ser tan fácil anotar.

Los hombres de Barrio pasaban bloqueos, llegaban a todas las lineas de pase y tacita a tacita la ventaja ibicenca empezó a crecer.

Con más o menos problemas físicos, todos se sumaron a la causa. También Mayo y Taiwo, bajas en la ida. Las rotaciones constantes de Barrio ayudaban a mantener la intensidad defensiva, a luchar por cada rebote, a robar balones en defensa y cuando se miraba el marcador subía la adrenalina.

Class manejó rentas de 14 puntos en el primer parcial, tuvo un par de triples liberados para escalar hasta los 17, pero cerró el primer parcial con un más 12 a su favor. Lo relevante era que Melilla había anotado 17 puntos.

El segundo parcial mantenía las mismas constantes. Gran defensa local y amago de irse más arriba en la renta, aunque costaba más anotar. La inteligencia de Mayo, la brega de Llamas, la experiencia de LLorca, rebotes, robos, el trabajo sordo de los pivots. Todos sumaban y al descanso estaba permitido soñar, con una ventaja local de 18 puntos y con un pabellón enloquecido por el derroche de los suyos.

Sin embargo el guion cambio tras el descanso. El técnico de Melilla, le vio las orejas al lobo debió decirle a su equipo que había que subir un punto la agresividad y sobre todo atacar mejor o se llevarían una tunda histórica. Así que tras el descanso, los visitantes por primera vez en el choque impusieron su juego, su poderío físico, su talento, despertó Stilma y esto les permitió bajar la ventaja local hasta los 9 puntos.

No se rindió Class, con el trabajo fantástico de Mayo ( como se le echó de menos en la ida) para volver a subir la ventaja ibicenca, aunque faltaban los puntos de Zidek, que en el día decisivo no acertaba sus lanzamientos.

Con mini parciales de uno y otro equipo, Class apretó los dientes para dar otro estirón, 61-46, pero Melilla mantenía la calma y no se descomponía, con canastas en momentos clave, con mejor circulación, e impedía que los parciales de Class se alargaran. El conjunto melillense mantenía su colchón de seguridad porque los 18 puntos de ventaja de los de San Antoni al descanso se vieron reducido a 10 al final del tercer acto de la batalla.

Se entró en el último parcial con un reto muy complicado para los de Barrio. El esfuerzo físico, el derroche, la casta e intensidad podían notarse. No para Class que arrancó de manera extraordinaria en el último parcial y jugo 10 minutos fantásticos.

Los jugadores locales siguieron buscando la hazaña, otra vez ampoliando renta 72-55 a falta de 7 minutos, luchando sin desmayo,con De la Rúa encendido y obligando al técnico visitante a pedir tiempo.

Pero, cuando más cerca se estaba, el conjunto visitante le ponía algo de cloroformo, aunque se veía superado en la pista por un Class desmelenado, y que por primera vez, se ponía con ventaja de más de 20 puntos, 76-55. Solo un punto por debajo de lo que parecía una utopía.

Melilla intentó sobrevivir a una tormenta, con un par de canastas que le permitieron entrar en los tres últimos minutos con algo de aliento 78-60.

Prohibido rendirse, decía sa Pedrera, toda la noche en ebullición y en la pista otra vez a un punto de la gloria, 83-62.

Y entonces, ha llegado un triple de Peris para poner por primera vez a Class por encima de la renta de 22 puntos, 86-63, a falta de algo más de un minuto. Parecía increíble, pero se había logrado. La fe a veces mueve montañas.

Otras vez tiempo muerto de Melilla y a vivir los 77 segundos más increíbles de la historia del baloncesto ibicenco, con un pabellón definitivamente enloquecido. En ese momento costaba hasta respirar.

Y siguió Class con el sueño, llegando con un margen de 24 puntos a falta de 11 segundos con tiros libres para Melilla que igualaban la eliminatoria, 89-67 y tiempo muerto de Barrio para preparar una jugada que llevara a su equipo al Olimpo.

No se pudo anotar y se llegó a la prórroga, con Class sin De la Rúa y Smith, eliminados. Y allí se vio más entero físicamente a Melilla, quizás porque el equipo local, que lo había visto tan cerca le costó volver a creer en los milagros y acusó el golpe. Solo pudo anotar 4 puntos en esos cinco minutos.

Un parcial de 0-6 en contra nada más arrancar el tiempo extra, ponía las cosas muy difíciles de nuevo, 89-73 y ya no hubo capacidad para generar otro momento. Un final cruel después de tanta lucha para morir en la orilla.

Stilma fue la clave de que el equipo de Melilla saliera vivo de sa Pedrera, junto con Soumbey-Alley, con canastas determinantes en acciones clave del partido.

Class jugó un partido extraordinario. Los jugadores acabaron hundidos, pero merecen un aplauso porque han hecho vivir un sueño a toda la afición al baloncesto y al deporte.

Vuelve a quedarse muy cerca del ascenso, hace vibrar a la afición y promete volver la próxima temporada. El baloncesto le debe una al conjunto de Sant Antoni después de un derroche admirable que no ha tenido el premio que merecía.

 

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