Projecte Home. Capítulo 6. Mujeres y adicciones
Una perspectiva de género, una realidad con doble vulnerabilidad

Projecte Home. Capítulo 6. Mujeres y adicciones, una perspectiva de género
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En este sexto episodio de la serie que compartimos con Projecte Home Balears, abordamos un tema que no siempre recibe la atención que merece: el papel de las mujeres en el ámbito de las adicciones. Su rol no se limita a ser cuidadoras o acompañantes de familiares con problemas de consumo, sino que también se refleja en su propia experiencia como pacientes, con circunstancias marcadas por desigualdades de género, estigmas sociales y barreras para acceder a la ayuda.
Ser mujer y tener una adicción supone enfrentarse a una doble vulnerabilidad: por un lado, al consumo en sí mismo y, por otro, al cuestionamiento social por romper los mandatos y estereotipos que tradicionalmente se han asignado al género femenino. En este sentido, analizar la cuestión desde una perspectiva de género es clave para comprender la magnitud del problema y diseñar respuestas más justas y eficaces.
Barreras invisibles y estigmas sociales
Uno de los aspectos más complejos en el abordaje de las adicciones en mujeres es el temor a la estigmatización social. Muchas retrasan el momento de pedir ayuda, llegando a hacerlo, de media, dos años más tarde que los hombres. Este retraso suele estar vinculado a las cargas familiares, a la falta de apoyo sociofamiliar y al miedo a ser juzgadas.
Además, existen diferencias relevantes en el entorno sociofamiliar de las mujeres que acuden a tratamiento: es más frecuente que provengan de familias con antecedentes de alcoholismo o consumo problemático de drogas y que convivan con personas que también presentan estas dificultades. Este contexto contribuye a reforzar la sensación de aislamiento y a dificultar la ruptura con la dinámica de consumo.
La situación económica constituye otro factor de vulnerabilidad. Una parte importante de las mujeres atendidas por Projecte Home dependen de subsidios como principal fuente de ingresos, mientras que en los hombres la tendencia mayoritaria sigue siendo el empleo. Este dato refleja tanto la desigualdad en el mercado laboral como el impacto que tienen las adicciones en la estabilidad económica de las mujeres, especialmente tras la crisis provocada por la pandemia de la COVID-19, que golpeó con más fuerza a sectores feminizados como la hostelería o los servicios personales.
Consumo y diferencias de género
Cuando se analizan las sustancias de consumo, también aparecen diferencias de género significativas. Entre las mujeres, el alcohol ocupa un lugar destacado como sustancia principal, con un peso cercano al 47%. Le sigue la cocaína, con casi un 29%. Sin embargo, un dato especialmente llamativo es el del consumo de hipnosedantes, que resulta muy superior en mujeres respecto a hombres, llegando a quintuplicar las cifras.
Este mayor consumo de fármacos ansiolíticos o para dormir está vinculado, en muchos casos, a intentos de gestionar situaciones de estrés, ansiedad o sobrecarga emocional relacionadas con el cuidado de la familia, la presión laboral o las dificultades económicas. Sin embargo, lejos de resolver los problemas de base, este consumo puede generar nuevas dependencias y agravar el malestar inicial.
La normalización social del alcohol y de determinados medicamentos contribuye también a invisibilizar el problema, dificultando que las mujeres y su entorno lo reconozcan como una adicción que requiere atención profesional.
Mujeres valientes y el reto de la igualdad
A pesar de estas dificultades, las mujeres que acuden a tratamiento son un ejemplo de valentía y resiliencia. Al dar el paso de pedir ayuda, rompen con la inercia del estigma y abren camino a otras que atraviesan situaciones similares. Cada una de ellas es un recordatorio de la importancia de mirar las adicciones sin juicios ni prejuicios, reconociendo la dignidad de las personas por encima de los estereotipos de género.
El reto, sin embargo, no puede recaer únicamente en ellas. La sociedad en su conjunto debe implicarse para construir un modelo más equitativo en el que las mujeres no teman ser señaladas ni marginadas por tener un problema de adicción. Esto implica ofrecer recursos accesibles, programas de atención sensibles al género y un entorno libre de discriminación.
En el marco del Día Internacional de la Mujer, pero también en cualquier otro momento del año, es necesario recordar que la igualdad no es una consigna vacía, sino una condición indispensable para que mujeres y hombres tengan las mismas oportunidades de recuperar su vida y su salud.
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Luis Soler
Desde los 14 años está en antena. Lo que empezó como un juego se convirtió en una pasión. Sus estudios...




