Projecte Home. Capítulo 7. Adicción a las pantallas
El desafío silencioso de la era digital

Projecte Home. Capítulo 7. Adicción a las pantallas
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Maó
En este séptimo episodio de la serie que compartimos con Projecte Home Balears, abordamos un fenómeno cada vez más presente en nuestras vidas: el uso excesivo de las pantallas. Lo que comenzó como una herramienta de comunicación, aprendizaje y entretenimiento se ha convertido, en muchos casos, en un factor de riesgo para la salud física, psicológica y social. El día 20 de noviembre se celebra el Día de los derechos de la infancia.
Niños, adolescentes y adultos conviven con dispositivos digitales que ofrecen gratificación inmediata y estímulos constantes, lo que puede generar patrones de dependencia similares a otras adicciones conductuales. El llamado pantallismo o adicción a las pantallas no es un concepto aislado: engloba desde el consumo compulsivo de redes sociales hasta el atracón de series (binge-watching), pasando por fenómenos como el vamping, que describe el hábito de permanecer conectado durante la noche, afectando directamente al descanso.
La cuestión no es demonizar la tecnología, sino comprender sus riesgos y aprender a equilibrar sus beneficios con un uso saludable.
Causas y factores de riesgo
El diseño de las aplicaciones y videojuegos desempeña un papel central en la aparición de estas conductas. Muchos sistemas incorporan mecanismos pensados para mantener la atención del usuario, generando ciclos de gratificación inmediata que dificultan desconectarse. A ello se suma la dimensión social: la necesidad de estar conectados y actualizados refuerza la presión por seguir consumiendo contenidos de manera continua.
Otro factor de riesgo es la falta de aficiones alternativas. Cuando el tiempo libre se reduce a la interacción con pantallas, se limita el desarrollo de actividades físicas, creativas o de socialización, lo que refuerza la dependencia tecnológica.
En el caso de los adolescentes, el riesgo se multiplica: la búsqueda de identidad, la necesidad de pertenencia y la exposición a mensajes continuos en redes sociales los convierte en un grupo especialmente vulnerable al abuso de dispositivos.
Consecuencias para la salud
El impacto físico del uso abusivo de pantallas es amplio y documentado. El sedentarismo contribuye al sobrepeso y la obesidad, mientras que la exposición prolongada a la luz azul altera los ritmos de sueño, generando insomnio o descanso de mala calidad. También se identifican problemas musculoesqueléticos derivados de la mala postura, así como el síndrome visual informático, que incluye fatiga ocular, visión borrosa e irritación.
En el plano psicológico y del desarrollo, las consecuencias son igualmente preocupantes. Diversos estudios han vinculado el tiempo excesivo frente a las pantallas con mayores niveles de ansiedad y depresión en adolescentes. Además, la sobreexposición a estímulos inmediatos dificulta la concentración, favorece la impulsividad y afecta a la capacidad de autorregulación emocional.
En los más pequeños, la relación entre pantallas y retrasos en el desarrollo del lenguaje, de las habilidades sociales y del aprendizaje es cada vez más evidente. El abuso de dispositivos no solo desplaza actividades clave para su crecimiento, como el juego libre o la interacción cara a cara, sino que también interfiere en su capacidad de gestionar el aburrimiento o la frustración sin apoyo externo.
Impacto social y estrategias de prevención
El tiempo invertido en pantallas repercute también en la vida social y conductual. La reducción de interacciones cara a cara limita el desarrollo de habilidades de comunicación y puede generar aislamiento. En niños, este fenómeno se asocia con problemas de conducta y dificultades en el aprendizaje.
Frente a esta realidad, el desafío está en educar en el uso responsable de la tecnología. Establecer límites de tiempo, fomentar actividades alternativas, garantizar espacios libres de dispositivos —como las comidas familiares o la hora de dormir— y ofrecer un acompañamiento activo en el consumo de contenidos son pasos esenciales para prevenir la dependencia.
Además, el ejemplo adulto es determinante. Los hábitos de los padres y cuidadores influyen directamente en cómo los menores perciben y utilizan la tecnología. Un entorno equilibrado, donde las pantallas conviven con el deporte, la lectura o el juego compartido, es la mejor estrategia para garantizar que la tecnología sea una aliada y no una fuente de problemas.
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Projecte Home. Capítulo 7. Adicción a las pantallas

Luis Soler
Desde los 14 años está en antena. Lo que empezó como un juego se convirtió en una pasión. Sus estudios...




