Projecte Home. Capítulo 9. Drogas estimulantes

Mahón

Las drogas estimulantes son sustancias que actúan directamente sobre el sistema nervioso central y generan efectos intensos en el cerebro y en el cuerpo. Su acción principal es estimular los circuitos de refuerzo cerebral mediante la liberación de dopamina, serotonina y noradrenalina. Este mecanismo, que inicialmente puede parecer beneficioso por la euforia o la energía que produce, tiene un alto potencial de dependencia y unos riesgos que a menudo quedan invisibilizados.

Efectos y riesgos de las drogas estimulantes

Cuando una persona consume drogas estimulantes experimenta una serie de efectos inmediatos: aumento del estado de alerta y de la concentración, sensación de bienestar e intensificación de las emociones. También disminuye la sensación de cansancio, hambre y sueño. Todo ello puede dar la percepción errónea de que estas sustancias son útiles para rendir más, estar más activo o mantenerse despierto.

Sin embargo, detrás de esta apariencia de energía, se esconden consecuencias serias. El consumo regular provoca ansiedad, insomnio, pensamientos paranoides e inquietud. Además, el organismo desarrolla tolerancia, es decir, necesita dosis cada vez más altas para conseguir el mismo efecto. Paralelamente, aumenta la sensibilidad a los efectos negativos, lo que hace más probable que aparezca la dependencia.

El mecanismo de acción de estas drogas se basa en el aumento artificial de neurotransmisores en el cerebro. Con el tiempo, el sistema nervioso queda alterado y es incapaz de funcionar con normalidad sin la sustancia. Este proceso explica por qué resulta tan difícil abandonar el consumo y por qué las recaídas son frecuentes.

Tipos y ejemplos de drogas estimulantes

Las drogas pueden clasificarse según el efecto que ejercen sobre el sistema nervioso central en tres grandes grupos: depresoras, psicodélicas y estimulantes. Este último grupo es uno de los que genera más preocupación en el ámbito sanitario y social.

Entre las drogas estimulantes más consumidas en España y Europa se encuentran la cocaína, su variante fumada conocida como “crack”, el MDMA o éxtasis, las anfetaminas, el “speed” y la metanfetamina. También se incluyen sustancias legales y de uso muy extendido como la cafeína y el tabaco.

La cocaína es probablemente la más conocida y estudiada. Excita el sistema nervioso central bloqueando la recaptación de dopamina, serotonina y noradrenalina. Sus efectos pasan por tres fases: una subida intensa con euforia y energía, una bajada con síntomas depresivos y finalmente una resaca marcada por agotamiento y malestar. Su vía de consumo puede ser intravenosa, fumada o esnifada, y el patrón de consumo varía entre episodios puntuales y consumos diarios que escalan rápidamente.

Las anfetaminas, por su parte, liberan las mismas monoaminas pero con una duración más larga de los efectos. Esto hace que no sea necesario consumirlas tan a menudo, pero también conlleva riesgos serios para el cerebro y el organismo. La prevalencia del consumo de estas sustancias es más alta entre jóvenes de 18 a 29 años, y en particular entre los hombres.

Tratamientos y estrategias de prevención

Abandonar las drogas estimulantes es un proceso difícil que requiere apoyo profesional y un enfoque integral. Los tratamientos más efectivos combinan el trabajo de psicólogos y psiquiatras mediante terapias individuales y grupales. Estas sesiones permiten abordar los factores emocionales y sociales que sostienen la dependencia, así como aprender estrategias para prevenir recaídas.

Una técnica emergente en este campo es la Estimulación Magnética Transcraneal (EMT), que utiliza campos magnéticos para estimular áreas del cerebro vinculadas a la adicción. Aunque no es una solución definitiva, ha mostrado resultados prometedores en casos de dependencia grave.

La prevención es igualmente clave. En Menorca, por ejemplo, se ha detectado un aumento en el consumo de cocaína y otras sustancias estimulantes, lo que obliga a establecer estrategias de sensibilización y apoyo comunitario. La educación en escuelas y entornos sociales, junto con el acceso a recursos de salud mental, son pilares para frenar esta tendencia.

El mensaje de fondo es claro: las drogas estimulantes pueden parecer atractivas por los efectos inmediatos que generan, pero sus consecuencias son devastadoras a medio y largo plazo. Solo con información, prevención y tratamientos adecuados es posible romper el círculo de la dependencia y recuperar una vida saludable.