Sobre el cese de Paz Esteban
El Enfoque de Francisco Pomares

Margarita Robles y Paz Esteban / Eduardo Parra / Europa Press

Santa Cruz de Tenerife
La ministra Robles ha acabado por entregar la cabeza de una empleada del Gobierno, que hizo el trabajo que el Gobierno le encomendó, para intentar salvar su propio trasero. Hoy nada hace pensar que las exigencias de los indepes catalanes, que siguen pidiendo a Sánchez la cabeza de la ministra, vayan a cumplirse. En el embate, Robles le ha ganado el pulso al ministro Bolaños, logrando colocar en el puesto de Paz Esteban a una mujer de su absoluta y total confianza, Esperanza Casteleiro, secretaria de Estado en su ministerio, que vuelve al Centro, una institución que conoce perfectamente. Se trata de una victoria para Robles, y así lo han entendido los líderes de ERC, que han bajado el tono, aunque formalmente continúen exigiendo que el Gobierno asuma su responsabilidad a nivel ministerial.
En medio de este sainete, seguimos sin saber por qué se ha cesado a Esteban: ¿Por espiar a los que persiguen la secesión de una parte del territorio nacional? No parece lógico, la defensa del orden constitucional es una de las funciones que se atribuye a la inteligencia en la Estrategia de Seguridad Nacional. ¿Por permitir que Marruecos infectara con Pegasus el teléfono del Presidente? Robles ha logrado evitar el nombramiento del general Miguel Ángel Ballesteros, director general del Departamento de Seguridad, adscrito a Presidencia del Gobierno, a cambio de colaborar con la destitución de la mujer a la que defendió a capa y espada hasta el fin de semana pasado.
En realidad, no hay una explicación plausible para este cese: el Gobierno no señala a Marruecos por el espionaje del móvil de Sánchez, pero defenestra a Paz Esteban por el espionaje –legal, aprobado y vigilado por los jueces- de los socios del Gobierno. Al Gobierno le incomoda espiar a quienes incendiaron Cataluña, cerraron carreteras y fronteras y bloquearon aeropuertos, tras el fracaso del parto de la república catalana, pero no le preocupa que Marruecos se cuele en los teléfonos del presidente. Es raro. Por eso alguien debería aclarar que no existe relación alguna entre el espionaje marroquí de los teléfonos de Sánchez y la repentina coincidencia del presidente con las pretensiones de Marruecos sobre el Sahara.

El Enfoque, con Francisco Pomares
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