La carroña y las mascarillas

Santa Cruz de Tenerife

Canarias no ha escapado, como era de esperar, al lío creado por las contrataciones millonarias de mascarillas. Probablemente ha ocurrido en todo el territorio. Porque bajar los controles por emergencia, fue como poner un plato de carne putrefacta en las narices de los carroñeros de la sociedad. Que se lanzaron en plancha a sacar tajada del dolor ajeno.

No es nada nuevo, cada drama colectivo, cada guerra, tiene su especulador. No debe escandalizarnos que haya aprovechados sin escrúpulos. Lo escandaloso sería que no cayera sobre ellos el peso de la ley. Y recibieran sanciones ejemplarizantes.

En el caso de Canarias, sostiene el Servicio Canario de Salud que este es el único caso. Ojalá sea así. Aunque seguro que no fueron los únicos que lo intentaron.