Opinión

Con permiso de mi padre

El comentario de Juan Carlos Castañeda

El comentario de Juan Carlos Castañeda

Santa Cruz de Tenerife

Como republicano que fue y bien caro que pagó por ello, a buen seguro, los huesitos de mi padre, fallecido en 1973, harán un tirabuzón con el obvio salto mortal cuando me escuchen decir la siguiente frase: "la monarquía es buena". Siento mi querido y añorado viejo, que te puedas sentir traicionado por tu hijo, pero no puedo hacer otra cosa que realzar las bondades de la corona española. Porque gracias a la monarquía he conseguido liberarme de un complejo que me perseguía por mi condición de periodista deportivo.

Lo confieso, la vergüenza me carcomía hasta el pasado fin de semana cuando por fin me sentí liberado de una pesada cadena al escuchar los vítores sanadores. Y es que durante años, arrastré la vergüenza de escuchar a los eruditos enemigos del deporte, decir aquello, de que este era un país de impresentables porque tras defraudar a la hacienda pública como lo hicieron Ronaldo y Messi, la masa inculta futbolera les seguía admirando y vitoreando por todos los estadios de nuestra piel de toro. Ese pesar, arrastrado por mi consciencia , desapareció cuando como por arte de ensalmo escuché a la masa enfervorecida gritar en Galicia al emérito: viva el rey, viva España!.

Así las cosas, y gracias a la monarquía ya se puede hablar de empate técnico entre deportes y política por las cosas del fisco. Esto no significa que Felipe sexto ante el vía crucis por el que le conduce su progenitor no haya exclamado aquello de "padre porqué me has abandonado. La monarquía es buena, aunque yo no lo pueda decir en nombre de mi padre, que desde el más allá me debe estar deseando obsequiarme con una corona... de espinas.

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