La construcción en Canarias, en jaque por la falta de arena

Canarias

La arena, el segundo recurso natural más utilizado después del agua, comienza a escasear. El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente advierte que la extracción de arena supera sus tasas de reposición sin que exista ningún inventario global de utilización ni control. Su uso se ha triplicado en las últimas tres décadas y se estima que cada año se utilizan cerca de 50.000 millones de toneladas de arena y grava en el mundo. Este recurso además desempeña un papel clave en el mantenimiento de la biodiversidad, la protección del litoral o el desarrollo económico. De su resultado se obtiene el hormigón y el asfalto.

En Gran Canaria actualmente el abastecimiento de este tipo de materiales resultantes de la combinación de la arena está garantizado. Sin embargo, otras islas como Fuerteventura no corren la misma suerte. La única cantera suministradora de arena Góngora está pendiente de la aprobación de su prórroga que en su primera fase ha sido denegada por el Gobierno de Canarias. Los constructores alertan de que están al límite y que carecen de este material para continuar con el desarrollo de las obras. Juan Jesús Rodríguez, miembro de la Asociación de Constructores de Fuerteventura confirma a la CADENA SER que "en Fuerteventura no hay arena y es un recurso natural fundamental para las obras, vamos a tener que importarla porque no existe y nadie nos da soluciones".

La regeneración de las playas y la protección contra inundaciones en áreas costeras es otro de sus usos más habitual. En Canarias, islas como Tenerife han optado por la deposición de arena sahariana. La playa de Las Teresitas ha recibido cuatro deposiciones de arena del Sáhara desde la década de los 80. Según el Observatorio de Recursos del Sáhara Occidental, el tráfico de arena es ilegal y se basan en sentencias como la dictada por el Tribunal de Justicia de la Unión Europea en 2016, que sostiene que Marruecos no puede exportar como propios los productos del Sáhara Occidental.

Nicolás Navarro, profesor titular de Derecho Internacional de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria ha apuntado en la CADENA SER que "el pueblo saharaui es el único que debe gestionar el uso y las condiciones para su uso de sus recursos naturales, incluida la arena del desierto. Marruecos no debería actuar en esa gestión, salvo que tenga el consentimiento del pueblo saharaui".

Desde Naciones Unidas recomiendan la reutilización de este recurso para su optimización y abogan por iniciativas como la que ha impulsado el Centro de Investigación metalúrgica de Bizcaya de reaprovechar residuos de arena del vertedero para producir material para la construcción.

Desde la Asociación Nacional de Fabricantes de Áridos (ANEFA), el director general, Cesar Luaces resalta que "no es sostenible crear una dinámica de importaciones porque lo que hacemos es externalizar los impactos medioambientales a países donde la legislación no garantiza que se pueda prevenir, los cabildos y la administración autonómica deberían haber planificado reservas suficientes para asegurar el suministro. Se puede producir por medios mecánicos como la trituración y molienda".

Luaces ha indicado que en Canarias no ha existido una planificación adecuada del acceso a los recursos cosa que ahora mismo está provocando situaciones como la de Fuerteventura y otras islas. "En Europa esto no es un problema en absoluto porque las administraciones están pensando estratégicamente en dotar de reservas autorizadas a las industrias de manera que se pueda garantizar el suministro" y en ese sentido añade "la planificación de las administraciones es fundamental, imagínese que hubiera ocurrido si fuera agua, qué opinaría la opinión pública si todo el agua de consumo que se tuviera traer a las islas en barco fuera de otros países, habría un problema estratégico grave. Es una cuestión que debe ser abordada políticamente".

En lo que respecta, al modelo de reciclaje, el directo de ANEFA, advierte que "no es tampoco la alternativa ya que por mucho que se recicle la tasa de sustitución no va más allá de un 14 o 15%, es decir que en un escenario óptimo en el que fueramos capaz de convertir todos los residuos de la construcción y convertirlos en áridos estaríamos cubriendo un 15% de las necesidades y nos quedaría por cubrir un 85%. Lo que no es sostenible es crear una dinámica de exportaciones porque estamos externalizando los impactos ambientales y además estamos impactando a través del transporte".