"A un agresor sexual le cuesta ver el daño psicológico que ha generado"
Isabel Rodríguez, subdirectora de tratamientos del Centro Penitenciario Las Palmas I asegura que programas de tratamiento a estos internos es uno de los más duros para hacerles entender las consecuencias de sus actos
Gran Canaria cuenta con dos centros penitenciarios, Las Palmas I con 1.055 presos y el ubicado en Juan Grande, con una capacidad de 1.700 internos. El día a día en este tipo de instalaciones transcurre con rutinas, actividades formativas, deportivas, talleres y los programas terapéuticos que se ofrecen a sus residentes con un claro objetivo, el de trabajar mediante sesiones su base conductual.
Estructurados según el tipo de delito cometido por el preso, tienen un claro enfoque cognitivo y se incide en los pensamientos y en el control de conducta. A través de sus sesiones se pretende controlar y encauzar las emociones negativas. Dependiendo del delito tienen un tratamiento u otro. Impartido por un equipo de psicólogas que forman parte de la Unidad Terapéutica del Centro, entre los programas en marcha están el de violencia de género, agresiones sexuales, contra las drogas y el programa contra los delitos económicos, PYDECO.
Precisamente, este último el PYDECO, es uno de lo más actuales. Recientemente incorporado a las prisiones españolas, actualmente están participando 68 internos en todo el país y de manera general cuenta con 32 sesiones dedicadas a motivar al participante, trabajar la identidad, la autoestima, el narcisismo, y la empatía y en la aceptación de la responsabilidad sobre la propia conducta delictiva. En su fase final, se facilitan encuentros de los participantes con víctimas de delitos económicos, sean perjudicados directos o indirectos en la búsqueda del perdón y de la reparación del daño.
María Isabel Rodríguez del Río, subdirectora de programas del Centro Penitenciario Las Palmas I, explica en la CADENA SER, que el programa de agresiones sexuales "es el más duro de todos los que se desarrollan en el Centro. La agresión sexual es muy difícil justificarla y que el interno tenga que asumir ese delito es un proceso muy complicado. Cuando el interno asume el delito, se viene abajo, es un punto importante de inflexión, cuando tienen que empatizar con la víctima, es muy duro. Les cuesta mucho ver el daño psicológico que han generado. Se les muestran testimonios de personas que han sufrido agresiones y se quedan en shock al ver que, incluso, tras pasar años las víctimas se quedan con secuelas y rotas y durante esas semanas, el interno se queda muy mal, se quedan revueltos y les cuesta dormir".
Rodríguez explica que "los agresores sexuales por lo general no se llegan a perdonar y el que se perdona es el que menos ha vivido el programa, el que menos lo ha interiorizado y ha pasado muy por encima o el que tiene el perfil más psicopático. Lo bueno y lo malo de los programas de atención es que hay una voluntariedad. En prisión es voluntario".
En cuanto a los presos por delitos económicos, la psicóloga destaca que "el perfil del preso de delitos económicos está muy normalizado y no pertenece a entornos marginados. Proceden de entornos en el que han tenido todo. Entonces, se interviene porque no deja de ser una conducta antisocial. Pasan por una restructuración de los pensamientos, manejo de emociones y se trabaja la conducta. La educación en valores prosociales. Se trata de que se quiera introducir en el grupo, en la sociedad, ya que suelen ser muy individualistas".
Actualmente, el Centro Penitenciario Las Palmas I ha introducido el programa piloto de agresores sexuales con discapacidad intelectual.
