Opinión

Mecanismos de garantía

COMENTARIO CASTAÑEDA 9 JUNIO

Santa Cruz de Tenerife

Mientras a comienza a sonar la música y el desmarque del juego de los sillones parlamentarios de más de mil euros, la vida con sus páginas cargadas de crudeza sigue su curso.

Ayer en estas ondas escuchábamos a Kamila Ferreira, mujer que ha sufrido en sus carnes la trata de personas y la prostitución, situaciones que ha esquivado con tesón y arrojo, calificar de chiringuitos los servicios que algunas ONG prestan a las mujeres que, como ella, han sufrido la condición de presas de estas tupidas redes cargadas de insensibilidad y brutalidad.

La expresión chiringuito sonó en la radio como un explosivo en mitad de un sinfín de oídos sobresaltados al escucharla.

El término acuñado por la extrema derecha sobresalta los pabellones auditivos de quienes prefieren sufrir sorderas antes que averiguar la carga de veracidad que puede poseer tal definición escuchada en boca de una mujer ruda en la expresión, pero con el alma llena de cicatrices por las puñaladas asestadas por proxenetas y demás personajes siniestros de ese mundo.

No seremos nosotros los que cuestionemos la idoneidad de la atención que prestan las ONG a estas mujeres, pero no esté de más que la administración pública fiscalice la calidad del fin encomendado a las mismas.

Como tampoco estaría de más que los primeros pasos dados en el Congreso de los Diputados contra la abolición de la prostitución estén acompañados de los mecanismos garantes del objetivo que se persigue, no vaya a resultar que las mujeres objeto de trata y sumidas en la prostitución queden más indefensas que nunca.

Que ya se sabe el dicho que afirma, que el infierno está empedrado de buenas intenciones.