Sobre los nervios desatados
Santa Cruz de Tenerife
Falta un año para las próximas elecciones en Canarias, pero algunas señales –los nervios desatados, por ejemplo- parecen indicar que el Pacto de las Flores no las tiene todas consigo. La señal más importante es –sin duda- la que adelanta la caída general del voto de izquierdas en todo el país. En Canarias los resultados de las elecciones regionales suelen evolucionar siguiendo las pautas que definen los resultados nacionales. En las islas el PSOE canario gana cuando se sube a la ola de un PSOE victorioso, y lo hace el PP cuando es el PP quien gana a nivel nacional. La tendencia en estos momentos es un retroceso creciente de la izquierda, unida a un aumento sustancial del voto de la derecha, del que se beneficia más el PP que Vox. En Canarias, la caída del voto de izquierdas perjudicará a los partidos que se definen como de izquierdas: el PSOE y Podemos, que perderán votos y representación siguiendo la estela del retroceso de ambos partidos en el patio nacional, que ya hemos visto en Madrid y Galicia, y probablemente veamos el próximo domingo en Andalucía. Aunque el PSOE sume parte de los votos de Podemos, como vaticinan algunas encuestas, es poco probable que la suma de la izquierda mejore sus resultados. Nueva Canarias se verá menos afectada por el retroceso de la izquierda. Los votantes no lo identifican como de izquierdas y además lo que prima es su carácter local. Es poco probable que Nueva Canarias se hunda, como puede ocurrirle a Podemos en Canarias.
Es decir, que o tendremos un Gobierno fruto de la evolución del voto a nivel nacional –un gobierno de derechas, con Coalición y la gente de Curbelo- o si Vox impide ese formato por la presencia de nacionalistas, tendremos entonces un gobierno del PSOE y Coalición Canaria. Ambas opciones –y es bastante obvio que el PSOE apuesta de nuevo por la segunda- tiene a los socios minoritarios del pacto –y a sus apoyos- absolutamente de los nervios. Eso explica la hipervitaminada difusión de algún chusco episodio nocturno de estos últimos días, o la fantástica hipótesis de la traición herreña de Narvay Quintero, a la que se han abonado algunos, como opción sustitutiva al papel arbitral de Curbelo. La mala noticia es que tras las próximas elecciones, el partido puede jugarse sin árbitro.




