El mundo en Santa Catalina Park

En apenas una decena de calles el Parque Santa Catalina alberga el mundo entero. El trasiego de personas es incesante a cualquier hora del día y en solo un rato paseando por los alrededores, uno puede recorrer el planeta de idioma en idioma. Infinidad de culturas y etnias que, en líneas generales, conviven en armonía. Así ha sido históricamente por la actividad portuaria que marcó esta zona de Las Palmas de Gran Canaria en la primera mitad del siglo XX; convirtiendo el parque en nexo entre el Puerto y Las Palmas. Hoy aquel muelle que acumulaba flotas de barcos destartalados ya no existe como tal, pero sigue siendo la principal entrada a la ciudad por el mar, sobre todo para los turistas que llegan en los cruceros que se suceden durante todo el año.

Puedes escuchar el reportaje íntegro en el siguiente podcast:

Me adentro en el parque precisamente por ahí, por el muelle donde está el Intercambiador de Guaguas Municipales. Aquí el ambiente es muy tranquilo. Gente de todas las edades haciendo deporte, paseando al perro, sentados en el césped. Los turistas que llegan se cruzan con los que parten de regreso a sus países de origen. Sigo caminando y la calma se entremezcla con el bullicio. Grupos de niños, las guaguas que inician sus recorridos. Camino hacia el extremo este, bordeando el Museo Elder de la Ciencia y la Tecnología. Un grupo de jóvenes practica con el skate. Como en todo el planeta, las opiniones y pareceres también son diversos. Otros vecinos no están tan contentos con el ambiente, hablo con algunos a la entrada de la, para bien y para mal, afamada calle Ripoche.

En el extremo oeste, otro punto de visita obligada. La zona de juegos. Siempre ha estado ahí y parece que el centenar de hombres que ocupan las mesas, también. Mientras unos juegan otros miran esperando su turno. Me invitan a tomar asiento e incluso a jugar. Aprovecho para departir con Pascual, de 95 años, mientras observamos una de las partidas de dominó.

Hablar del Parque Santa Catalina es hablar también de Lolita Pluma, no tarda en salir su nombre a la conversación. Pero también el de muchos otros personajes populares que han formado el paisanaje de este entorno tan particular y único. Otro Pascual, Gravas del Rosario, de 93 años y quien ejerció de limpiabotas, conoció muy bien a unos cuantos. Esas cosas no cambian. Los motes no faltan y personas peculiares tampoco, locales y otros que conocen el parque y se quedan para siempre.

Octavio Armas ejerció de taxista en el entorno del Parque Santa Catalina durante más de tres décadas, además de regentar algunos negocios. Conoce muy bien la zona y cómo ha evolucionado. Finalizo mi partida sin mucho éxito y me adentro en la calle Ripoche, una de las arterias comerciales más importantes y transitadas. Ahí se encuentra uno de los primeros negocios hindúes instalados en Santa Catalina, Visanta. Hoy lo regenta Puneet Matani, hijo del fundador. Nos habla de aquellos inicios de su padre y de una época de esplendor para estos comerciantes en la ciudad gracias al Puerto Franco y las ventajas fiscales que ofrecía.

Entonces el Parque Santa Catalina y sus alrededores llegó a albergar más de trescientos comercios hindúes, sobre todo de electrónica y mantelería. Una colonia que se asentó e integró fácilmente en la capital grancanaria. Unos llegaron tras la independencia de Pakistán de India y otros atraídos por el boca a boca y las oportunidades de encontrar trabajo con otros compatriotas.

Así es la vida; así es el mundo en Santa Catalina Park.