Fútbol

Ganar por 20-0

Santa Cruz de Tenerife

Kirian aún no lo sabe pero ya ha vencido. Triunfa todos los días con su ejemplo constante, su forma de ser y la energía contagiosa que transmite a cada paso que da, a cada palabra que dice. Y mientras tanto nos ha ganado a todos (los que ya le conocían y los que aún no) para la causa del optimismo permanente, las buenas vibraciones, el entusiasmo, las ganas de exprimir la vida a cada mañana y el arte de la sonrisa, que es el suyo.

El elogio a Kirian -futbolista magistral, pero todavía más extraordinario ser humano- no es regalo innecesario ni exageración inmerecida. Rodríguez Concepción (puestos esta vez por delante los apellidos de sus padres, por la importancia crucial de ambos en sus valores y crecimiento) se ha encontrado de pronto y de repente en el centro del foco sin quererlo, de forma indeseada, por un revés que le esperaba sin avisar como el malo de las películas con el hacha a la vuelta de la esquina; o como la curva traicionera de las que no avisan, solo golpean.

Kirian responde a la maldad del contratiempo con el mejor de los analgésicos: la sonrisa. Y sortea la curva inesperada con destreza de buen conductor, como cuando aparecía con gol y carácter en los partidos sobre el alambre; como cuando se le agotaban sus sueños de futbolista en el Tenerife y él siempre se ganaba una oportunidad para brillar (en el Ofra); y una ilusión que nacía (en Las Palmas) y una etapa distinta (en el camino que nadie sabe si le llevará tan lejos como ya adivinan quienes le tienen en el radar para misiones de Primera que ni él imagina cuando mira al techo y retrasa el sueño cinco minutos más).

Estos días recibe el de Candelaria unos aplausos que son atronadores, aquí y allá, igual en Gran Canaria que en Málaga, en Tenerife que en Vitoria. Escuché hace un par de días su generosidad hecha voz en una entrevista en la que se le adivinaba su optimismo, que no caduca nunca; y su receta para cualquier mala noticia, que es responder al mal tiempo con buena cara.

Y si también de la adversidad hay que rescatar algún premio, como hace él, sirva este camino que no corre solo -lo hace más acompañado que nunca- para confirmarle que el afecto que recibe no es gratuito, sino merecido. Que el aplauso unánime no es porque sí. Es a la fortaleza encomiable, a su forma de ser, al ejemplo inconmensurable y al regalo que supone su optimismo para los miles que, al tiempo que él, también pelean contra el cáncer.

Kirian pudo esconderse, regatear, ahorrarse explicaciones o guardar en la gaveta las imágenes que demuestran la crudeza y la dureza del rival. Él las enseña y las comparte, afronta su cuenta atrás en equipo y hasta ejerce de líder porque juega incluso cuando no está. "A los compañeros les pongo buena cara para que piensen: si él, que está enfermo, está así; ¿entonces de qué nos vamos a quejar nosotros?". Intencionado, su optimismo vale millones como los valdrá su fútbol en cuanto grape su nombre otra vez a las convocatorias, a los entrenamientos, al día a día en Barranco Seco y a los sueños felices que ya vienen.

Kirian ya ha ganado; él no lo sabe pero ya sí. Su nombre está en la historia del fútbol canario porque su lucha -que ya no es solo suya- valió un aplauso que une orillas. Su ejemplo emociona por igual y a partes iguales a unos y a otros, compañeros y rivales, socios y enemigos. Que para lo importante a este lado del Atlántico se aparcan colores y por supuesto fronteras, heridas y afrentas. Todos somos de Kirian, pero no por compasión ni consuelo; es por gratitud, Kirian, porque en el fondo todos querríamos ser como él cuando nuestras cuestas se empinen y los caminos se enreden.

Todos querríamos cerca el ejemplo suyo en el trato a los demás, el respeto a los valores, la veneración a los amigos y la primacía siempre al poder del equipo, que no hay fuerza tan grande como la que se consigue en la suma de todos. Así que llegados a este punto tampoco hay dudas en la forma (coral) y el resultado (contundente) con el que acabará volviendo, feliz, tal vez con una camiseta como la de Carla Suárez: "Más fuerte que el cáncer". Y ese día estaremos todos para aplaudir el regreso, pero también el proceso. Si hay un ejemplo de dignidad, ese es el de Kirian; y si hay un aplauso a la ejemplaridad, ese es el que suena en el veinte. Coincidente con el dorsal, pero también con la nota (no es de 10, sino de 20) que merece la carrera futbolística, el apego a las raíces, el respeto a los compañeros y a los rivales de este futbolista forjado de talento, también de valores. Un tipo de los que merece ganar siempre y que ganará otra vez esta vez, aunque ya lo esté haciendo por goleada, 20 a cero, mientras comparte y nos deja su huella de vitalidad y ejemplo de energía. Más fuerte que el cáncer.

Manoj Daswani

Santa Cruz de Tenerife, 1982. Licenciado en Ciencias...