Cita a un año vista

Santa Cruz de Tenerife

En la orilla del barranco canta una loca: cada una se fastidia cuando le toca.

Ya sé que el dicho popular lleva un taco donde he dicho se fastidia, pero he querido huir en el comienzo de la semana del hecho de poner palabras malsonantes en mi boca aunque, si les soy sincero, con la experiencia vivida días atrás con el Servicio Canario de la Salud, algunos tacos se me han escapado por el desagüe de los pensamientos.

Con la esperanza de no ser un pez y no morir por la boca, paso a explicarme porque, precisamente, unos problemas de origen desconocido se me han presentado en la boca y me tienen algo mosca.

Por ello, he acudido en sendas ocasiones al centro de atención primaria correspondiente donde me han atendido amablemente y con suma diligencia, pero con la adversidad de que no encuentran el origen de mi dolencia dejando aparte la mala baba que me caracteriza en algunas ocasiones.

Lo cierto es, que tras realizar unas pruebas en las que no se observaron datos negativos algunos, la facultativa me remitió al otorrino correspondiente.

Pasaron un par de semanas, y me llegó el sms del servicio canario de salud que me daba cita para pasar por la consulta del especialista en cuestión, y la lectura rápida del mismo me hizo creer que la fecha fijada era la de hoy, lunes, 12 de septiembre.

Con el dato en la agenda, avisé a mis compañeros de que por tal circunstancia no estaría presente en el segundo tramo del programa porque la consulta estaba fijada para las diez de la mañana.

Pero, con la relativa tranquilidad propia del fin de semana, y leyendo el sms del Gobierno de Canarias, caí en la cuenta de que la cita para el 12 de septiembre está fijada para el 2023.

Y, claro está, primero me burlé de mí mismo por la lectura apresurada, luego ya me calenté y me acordé de tantas ocasiones en las que en la radio hemos recogido quejas de tantos oyentes denunciando situaciones de este tipo.

Y por ahí empaté el discurso tantas veces oído a políticos de distinto pelaje sobre las inyecciones de dinero público destinado a rebajar las listas de espera. Objetivo que unos ni otros alcanzan ni de coña ya se llamen Epi o Blas, o Melchor o Baltar.

Pues nada, será cuestión de pedirle hora al curandero de la Cruz Chica, que me dicen que tiene también una lista de espera de narices.

Esta vez me tocó ser la loca y en consecuencia joderme, mientras ellos se siguen haciendo trampas jugando al solitario de las listas de espera.