"Es una vergüenza": los diputados canarios estrenan asientos de piel que han costado casi 100.000 euros

Tenerife

"Empezamos un nuevo periodo de sesiones y lo hacemos sentados en los asientos de la vergüenza. Hemos gastado 100.000 euros de dinero público en unos asientos que no hacían falta. Es un despilfarro y yo como diputada quiero pedir disculpas a los ciudadanos por tener que sentarme en este asiento", expresó la diputada del Grupo Mixto y colaboradora de Coalición Canaria, Vidina Espino. "Le quiero pedir que el Gobierno acabe de una vez con estos lujos innecesarios y con las comilonas que tantas veces he denunciado", le espetó Espino al vicepresidente del Gobierno y consejero de Hacienda, Román Rodríguez.

El presidente del Parlamento de Canarias, Gustavo Matos, explicó en junio que tanto el cambio de los sillones de la Cámara como las características de los nuevos escaños responden a razones y recomendaciones técnicas, algunas de ellas de seguridad. "Los actuales sillones tiene una antigüedad de treinta y dos años y los técnicos del Parlamento aconsejaron su sustitución, entre otros motivos, porque no son ignífugos y porque no había posibilidades de reparación, ya que sus piezas ya no se fabrican", explicó Matos en declaraciones recogidas por la Agencia EFE. Cada uno de los escaños que hoy han estrenado los diputados tienen un coste de 1.157,60 euros.

En el último pleno antes del verano Ástrid Pérez blandió la pata de un escaño para señalarle al presidente del Parlamento que se había roto

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"En las sesiones de control, en los gobiernos y parlamento democráticos, no se responde ni a las mentiras, ni a los insultos ni a las ocurrencias de los tertulianos. Así que yo he respondido a lo que me preguntaron", respondió el consejero de Hacienda a la pregunta de Vidina Espino que insistía en describir como un "privilegio" y una "vergüenza" la compra de los nuevos sillones. El 26 de julio de este año, en el último pleno antes de las vacaciones, la diputada del Partido Popular Astrid Pérez se quedó con una de las patas de su banco en la mano. Gustavo Matos entonces pidió a los servicios de la Cámara que sustituyeran su asiento con uno de los reservados para esta clase de imprevistos.