Opinión

Sobre la última bronca en el Parlamento

El comentario de Francisco Pomares

Sobre la última bronca en el Parlamento: el Enfoque de Francisco Pomares

Santa Cruz de Tenerife

El presidente Torres se endemonió ayer en el Parlamento con el del PP, Manuel Domínguez, a cuenta del salario que se pretende puedan cobrar los ex presidentes canarios, amparándose en una ley que el Gobierno quiere tramitar. Torres acusó a Domínguez de dañar su imagen al acusarle de querer cobrar un sueldo vitalicio. Le dijo que él está en contra de que ese sueldo se pague y sentenció que es el Parlamento quien debe decidir si los ex presidentes cobran o no. Por señalarle como presunto interesado en cobrar una paga como ex, Torres calificó a Domínguez de mentiroso, calumniador e indigno. Para evitar que pueda desmentirme por lo de indigno, que es un calificativo muy fuerte, transcribo lo que le dijo Torres a Domínguez: “está usted calumniando y mintiendo, y ningún representante público es digno si miente”. Ozú.

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Torres es el político más entrenado de la Cámara en el rifirafe. Y es también un actor consumado, capaz de mostrarse despiadado o cruel sólo cuando le tocan la honra. Pero vamos a ver… ¿Por qué se enfada tanto el señor presidente? ¿Por qué intenta confundir la gimnasia con la magnesia? Pues porque no puede negar la evidencia de ser partidario de que los ex presidentes cobren un sueldo. Eso es lo que va a permitir la ley que ha presentado su Gobierno, la ley del Gobierno y el Presidente, nada menos. Es cierto que él no ha hablado de paga vitalicia, en democracia, la única soldada vitalicia que paga el Estado son las pensiones o las pequeñas compensaciones por medalleo. El Estado no puede pagar 100.000 pavos vitalicios a ningún prójimo. Torres se opone a la paga vitalicia sin que haga falta que se oponga. Es como si se opusiera a que dos más dos sumen cinco. Torres niega ser partidario de lo vitalicio, porque no puede negar ser partidario de la paga, que es de lo que se trata, de pagar a los expresidentes por ejercer funciones decorativas en un consejo, como ya hacen el Estado y unas cuantas regiones.

La justa indignación de Torres, y sus argumentos de ofendidito ante el supuesto agravio que ha sufrido, se deshace cuando se formula la pregunta clave: ¿Quién trajo al Parlamento la ley que puede permitir esa paguita de 100.000 pavos de la que usted mismo podría ser beneficiario? Usted, señor Torres. ¿Quién ha defendido que es anormal que los ex presidentes no cobren por su asesoramiento? Usted también. O sea: ajo y agua. Apechugue con su patinazo. Deje de escaquearse, presidente.