Sobre el 'mejor momento' de Canarias
El Enfoque de Francisco Pomares en Hoy Por Hoy Tenerife

El Enfoque de Francisco Pomares: Sobre el 'mejor momento' de Canarias
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Santa Cruz de Tenerife
Domada, que aún no vencida, la pandemia dejó de ser ya la prioridad del mundo. Ahora se trata de contener la inflación provocada por el dinero del Covid, y evitar que prosiga la escalada de los precios. Mientras escuchamos a algunos gobiernos –el de Canarias, sin necesidad de ir más lejos- afirmar que las islas están viviendo el mejor momento de su historia. Hace unos días decía Román Rodríguez que no sólo no estamos peor que antes, sino que estamos en nuestro mejor momento.
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Es rotundamente falso, como demuestran los datos, agravados por las previsiones económicas. Pero ocurre que cuando uno está en el Gobierno se produce una chocante confusión entre lo que es la salud económica de la nación (de todos) y la salud financiera y fiscal del ejecutivo (de los que gobiernan). Pero resulta que país y Gobierno no son lo mismo: que el Gobierno recaude en impuestos del REF un 50 por ciento más en lo que va de año con respecto al año pasado, que haya aumentado en casi mil millones su presupuesto o que hoy haya miles de empleados públicos más que cobran sus sueldos puntualmente, no significa que el país vaya mejor, apenas significa que la administración crece, a costa de sablearnos. El objetivo de quien gobierna no debe ser solo cuadrar sus cuentas y que la Administración viva en la abundancia, sin ser capaz de gastar lo que recauda. El objetivo debe ser mejorar la vida de la gente, permitir que trabajadores, familias y empresas, dispongan de más recursos.
No se trata de acabar con la Administración, sino de controlar su tendencia a la elefantiasis. Se trata de controlar el gasto, acabar con los excesos, reducir lo que es superfluo o innecesario. Nadie en su sano juicio quiere desmontar el sistema sanitario, la educación, la dependencia, la administración general o la Justicia. Pero si evitar que cientos de millones se cuelen por las rendijas del lujo y el gasto inútil: salarios para políticos jubilados, sillones innecesarios para acomodo de señoriales traseros, nuevas flotas de automóviles… el chocolate del loro. Pero también mejor gestión, menos gente enchufada, menos recursos públicos para sostener el aparato político, menos dinero gastado en televisión y propagandas, en sociobarómetros, en viajes a Finlandia… Dejar el dinero del lujo y las sinecuras y canonjías en donde realmente hace falta: en los bolsillos ciudadanos.




