Papel y pluma, con María Henríquez: propuestas ejercicio 1 y pautas ejercicio 2
Cada jueves en Hoy por hoy Las Palmas con Jonás Oliva te proponemos esta sección sobre escritura creativa para que des rienda suelta a tu creatividad sin vergüenza y crear una comunidad de apasionados por la escritura
Cada jueves en Hoy por hoy Las Palmas con Jonás Oliva, la profesora María Henríquez nos guía en esta sección sobre escritura creativa para que des rienda suelta a tu creatividad sin vergüenza y crear juntos una comunidad de apasionados por la escritura. Puedes escuchar el podcast íntegro en el siguiente enlace y participar en el primer ejercicio que te proponemos en la parte inferior de esta página, enviándonos tu propuesta semanal al whatsapp del programa 607 575 031.
Puedes escuchar el podcast íntegro en el siguiente enlace:
Papel y pluma, con María Henríquez: ejercicio 2
EJERCICIO 2
Este ejercicio te invita a que escribas una historia en la que esté presenta la bicicleta, puede ser un recuerdo, una anécdota, una vivencia… Propongo que sea en prosa, aunque si alguien prefiere escribir en forma poética también puede hacerlo. Si se trata de un recuerdo, es importante tener presente que seguramente no recordemos todos los detalles, eso no es relevante. Lo que cuenta es la emoción presente en el recuerdo, con qué nos conecta, los detalles podemos inventarlos si lo deseamos. A modo de inspiración te enviamos este texto de Miguel Delibes de su libro Mi querida bicicleta (1988), el libro nos lleva a distintos momentos de su vida en los que la bicicleta ha sido la protagonista de vivencias memorables.
El texto no puede ser superior a 300 palabras. Por favor, teclea el texto siempre, no podemos teclear los que nos llegan a mano y piensa si quieres poner tu nombre o no. ¡Que disfrutes del ejercicio!
Miguel Delibes, Mi querida bicicleta, extracto de las págs. 37-39.
Pero cuando la bicicleta se me reveló como un vehículo eficaz, de amplias posibilidades, cuya autonomía dependía de la energía de mis piernas, fue el día que me enamoré. Dos seres enamorados, separados y sin dinero, lo tenían en realidad muy difícil en 1941. Yo estaba en Molledo-Portolín (Santander) y Ángeles, mi novia, veraneaba en Sedano (Burgos), a cien kilómetros de distancia. ¿Cómo encontrarnos? El transporte además de caro era complicado: ferrocarril y autocares, con dos o tres trasbordos en el trayecto. Lo ahorros míos, si daban para pagar el viaje no daban para pagar el alojamiento en Sedano; una de dos. ¿Qué hacer? Así pensé en la bicicleta como transporte adecuado, que no ocasionaba otro gasto que el de mis músculos. De modo que le puse a mi novia un telegrama que decía: -Llegaré miércoles tarde en bicicleta búscame alojamiento te quiere Miguel. […] Recuerdo aquel primer viaje de los que hice a Sedano como un día feliz. Sol amable, brisa tibia, la bicicleta rodando sola, sin manos, varga abajo, un grato aroma a prado y boñiga seca, creando una atmósfera doméstica. Me parece recordar que cantaba a voz en cuello, con mi mal oído proverbial, fragmentos amorosos de zarzuela sin temor de ser escuchado por nadie, sintiéndome dueño del mundo.
PROPUESTAS DE LOS OYENTES PARA EL EJERCICIO 1
Un amasijo de mujer… Pequeño e informe al principio... Creciendo lentamente mientras aseguraba su latido. Un amasijo de genes compartidos, de fibras titubeantes que se entrelazaban según un patrón único, atravesado por códigos antiguos. Así fui yo durante un tiempo. Mientras me acurrucada en lo más profundo de tI intercambiando células, fluidos, emociones. Tan solo un amasijo, tal vez esperanzado con sentirse amado y aceptado por ti.
Pedro M.
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Temerosas del ruido se descalzan.
El crujir de la madera anunciaba la llegada de alguien por el largo pasillo. Siempre temerosa de no saber quién era, no iban descalzos los pies ,eran pisadas pesadas, ruidosas, que te ponían en alarma constante. Ese ruido de noche te impone más. Son esos miedos que tengo, qué he tenido, que sigo teniendo.
Chony H.
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La palabra grita dolorida, encarcelada en la noche de los sueños.
La palabra defendió su inocencia, a pesar de torturas y castigos intensos.
Sangró, perdió la conciencia,
noches enteras con los ojos abiertos.
La palabra luchó
hasta su último aliento.
Voló, escapó siendo aire
entre rejas de cárceles de fuego.
Fue libre al fin.
Su nombre se susurra entre sus carceleros.
Su verdugo fue el silencio.
¿Quién era aquella palabra?
apenas ya lo recuerdo,
paz, tal vez amor...
¿De verdad quieres saberlo?
Ana Lourdes
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De noche, las palabras /
andan de puntillas, /
sigilosas, camufladas /
entre imágenes fijas y secuencias, /
entre recuerdos y deseos, /
que se niegan a morir /
al nacer el día.
Antonio Miguel Castellano Suárez
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De noche las palabras transcurren de puntillas,
Dejando rastros de carbón sobre un lienzo estéril.
describiendo pasiones, presentes imaginarios, futuribles.
desnudándome, exponiéndome, ensalzándome.
De noche las palabras transcurren a hurtadillas,
Escondiendo relatos cobardes.
Ocultando deseos incontables.
Armando muros, llorando en silencio.
De noche las palabras transcurren buscando el día,
Esperanzadas.
En un país con un idioma extraño…
Fuera de mí lo desconocido,
dentro lo ignorado
Ausente de lo que vivo
más allá de lo que ando…
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De noche las palabras / transcurren de puntillas.
¿Tienen alma las palabras? ¿Respiran ansiosas o sosegadas al ritmo de un latido insomne, pendientes del aliento que les permite vibrar en el aire quieto de la noche? Significante y significado, abrazo arcaico de esa voz que transcurre de puntillas; y que llega navegando a las playas del entendimiento con el aliento exacto.
Esdrújula Sintáctica
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El poema me saca de la cama. Rauda, temerosa de olvidar la belleza de sus metáforas, garabateo cada palabra. No debe perderse nada. Dejo por fin la pluma. El poema ya descansa, a salvo, en el papel que lo acoge con la frescura de las sábanas blancas perfumadas de lavanda. Ahora, tranquila, continuo mi sueño en pos de nuevas palabras. La luz del día me descubre que la escritura del poema fue parte del poema soñado. A la decepción inicial le sigue la certeza de que nuevos poemas, nuevas palabras y metáforas serán soñadas. Algunas alcanzarán el papel y al compartirlas renovarán sus alas. Otras transcurrirán de puntillas al filo de la noche y el desvelo, inasibles en la neblina del ensueño, susurradas, solo para ti, por la melodiosa voz de un Dios, o.... quién sabe si de una Diosa.
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Discretas andan entre los objetos, las caricias que murieron en la batalla perdida de entre mi mirada y tus ojos. Algún día jugaré de nuevo a la guerra con otra sonrisa que me dé cobijo y no trincheras desiertas y extendidas entre las comisuras de unos labios que ya no dan ni sol, ni oscuridad, ni vida. Y no será mi última pelea, ya que el amor incondicional, tanto el propio como el ajeno, si llega o se tiene, ni se regala, ni se deja ir, ni se ignora y deja caer al abismo de la nada, que yace de la soledad de quienes la congelan y hacen eterna en vez de hacerla compartida y cálida, de esas que acercan y no alejan al alma. Discreta anda la soledad cuando la sabes llevar en compañía y no la haces la protagonista principal en la vida de un corazón, que de lo único por lo que muere es por falta de un utópico amor y no por la falta realidad de la utópica sociedad.
Nauzet Castro
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De noche las palabras transcurren de puntillas, discretas andan entre los objetos, delicadas interrumpen mi sueño y empiezan a crear el ruido que cada noche me despierta. Llegan como una alarma por las mañanas que no te deja margen, pero a la vez te da pie a continuar. De veras que lo intento. Intento cada vez que apoyo mi cabeza en esa blanda nube no escuchar. Ignorar lo que dicen, pero mi mente no puede y mi corazón no quiere parar.
Judith del Pozo Ortega
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Tanto silencio rodea mis dos manos, como cordajes invisibles ya acostumbrados. Conozco bien sus nudos, su textura y su dureza. Pero también sé cómo aflojarlos para que dejen volar mi imaginación. O mantenerlos prietos con la esperanza de tener algún anclaje a mi propia realidad necesaria. El reto es, dar el juego justo a esos cordajes etéreos, impalpables, abstractos y puros para que me dejen volar envuelto en mis silencios, y que, al mismo tiempo, sea la guía que me traiga de vuelta apenas unos segundos antes de que el murmullo cotidiano empiece a desperezar. Al fin y al cabo, no hay silencios sin murmullos, ni murmullos sin mis silencios tan añorados.
Chano Gómez
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Que soy un amasijo de mujer al filo de la noche y el desvelo, es algo que suelo pensar esas madrugadas iluminadas por la luz amarillenta de la farola que alumbra nuestra ventana. Ni siquiera tengo sueño, es otra cosa. Una especie de excitación que llega poco antes del amanecer y que desaparece con el sonido de tus pasos por el pasillo, la gata que salta a perseguirte, yo que miro el reloj, las olas que hoy tampoco han podido descansar. Cuando ya te has ido, me levanto. Paseo, descalza, por la casa, miro por la ventana el despertar de la ciudad, ese bostezo urbano que da comienzo al día. Te escribo una nota para que la leas cuando vuelvas, yo no estaré. Me visto en silencio observando en el espejo mis huesos tan marcados. Resuena en mi cabeza el verso que me encontré ayer: “volverás a reconocerte”. Me hizo sonreír.
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Insomnio con palabras
De noche las palabras transcurren de puntillas. Cuando el sueño no quiere venir aunque lo llames, porque va a su aire, porque durante el día ha estado en movimiento y hace lo que quiere. Tengo paciencia hasta que se decida; pero, mientras tanto, un pensamiento viene detrás de otro, sin control, sin pausa. Cuando es bueno nada pasa, pero lo contrario, sacando la cabeza como si quisiera que se saliera fuera de ella, a veces imposible porque vuelve. Pero, de repente, sin darme cuenta: ¡silencio! Que llega Morfeo.
María del Pino Bolaños Montelongo
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Quiero decir que amo, que quiero
Quiero decir que amo la vida y al ser humano, que confío plenamente en nuestra bondad a pesar de que en el día a día no la veo ni la practico siempre. Me gustaría aliarme con el amor, ser fuente y recepción de esa energía infinita que somos y que puede reinar en nuestras existencias.
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Danza en papel
De noche las palabras transcurren de puntillas,
silenciosas, paso a paso,
se mueven cerca de mí.
Las palabras giran, avanzan, me despiertan, me levantan,
dejan huellas con sus pasos, que resuenan fuerte en mí.
Palabras de puntillas, sombras sigilosas,
sinuosas se elevan en el aire,
susurros, arrullos de voz.
Palabras de puntillas
se deslizan con sus trazos, por la hoja en blanco, bailando la danza de: lápiz, pluma, tintero y
papel.
María del Val Crespo Ares
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De noche las palabras transcurren de puntillas... Y se desorientan en medio de la oscuridad. Buscando un resquicio de luz que les devuelva dignidad, finamente se pierden en los mares profundos del silencio... Nadie sabe al día siguiente cuánta falta harán para transitar por la senda de la cordura... Nadie puede recordarlas para precisar lo que realmente se querrá decir en lugar de lo que se escuchará... Al cabo de otra jornada volverá la noche a hacer acto de presencia, le seguirá el insomnio sin solución de continuidad... Y otra vez el océano, ávido de tesoros, se hará dueño y señor de todo lo que nunca se sabrá.
Emma Isabel Roque
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Quiero decir que vivo
Quiero decir que vivo, quiero decir que quiero, que sufro, que me río y que también lloro. Me siento viva porque he descubierto que la vida interactúa conmigo continuamente. A veces me presenta situaciones que me gustan, algunas ni las soñé, no me cansan, y siempre quiero más, las disfruto al máximo sin miedo a qué se terminen porque sé que no lo percibiré como perdida, sino que cuando se acabe tendré la oportunidad de sentir la gratitud de haberlo vivido, porque la vida me lo regaló durante el tiempo que duró. Disfrutar algo sin miedo a que se acabe, para mí es la libertad que me permite disfrutarlo en plenitud, mientras dure. Otras veces la vida me presenta situaciones no deseadas o temidas por mí y siento en todo mi torrente sanguíneo la frustración y/o el miedo y aprovecho este estado para escuchar mis pensamientos que me hablan de infinitas posibilidades e infinitas respuestas, y reconocer que todo lo que pienso puede pasar, pero no está pasando, no rechazo ninguna posibilidad, y recuerdo que sólo puedo afrontar lo que está sucediendo en cada momento y siento la confianza en mi niña interior que estará pre-elaborando posibles respuestas para poder afrontar lo que vaya sucediendo de una forma eficaz, conveniente y satisfactoria como lo ha hecho siempre y así voy saliendo del estado emocional y recuperando la serenidad.
Manuela Álvaro Alonso
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Tanto silencio rodea mis dos manos
Recostada en la cama, miro el techo y la luz que tiembla en la bombilla.
Siento que caigo,
Fantasías nublan mi mente
La puerta se cierra
Y el pomo en mis manosse deshace
Con la pluma y la libreta asciendo,
Como si de flotar en el mar se tratase,
Es arriesgado,
Se calma la bombilla,
Todo ha acabado, solo el poema me saca de la cama.
Danielle
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El poema me saca de la cama
En el sueño aparecía una cafetera italiana en el fuego, crepitando con la cubeta a punto de estallar, desprendiendo aquel olor a café que tanto me gusta. En la boquilla ya se oía salir un vapor gris, preludio de la eyaculación que se acercaba. La cafetera bailaba cogida de una mano invisible que la zarandeaba en un vals cada vez más acelerado. Yo también me agitaba, tanto que me levanté de la cama, medio sonámbulo y me puse a escribir. Y me salió de corrido un poema libre, un poema oloroso de café. El café negro era yo mismo, que me trasmutaba en líquido a punto de ebullición, rebosando, rebosante. Me vino al recuerdo la cafetera que le explotó a mi madre y manchó de negro toda la cocina. ¿Sería yo también aquella fuerza mágica, capaz de explotar y de romperme por dentro, movido por un impulso irrefrenable? Escribía y escribía y la tinta de bolígrafo me llevaba de la mano al café volcánico de aquella cafetera onírica. No podía parar, no había mano invisible que apagara el fuego y detuviera aquel surtidor de agua negra. Más y más. Al final me desperté y veía la cafetera con su cintura de avispa saludarme con su gorro puntiagudo. Pero dentro de mí seguía bullendo esa llava oscura esperando otra erupción en cualquier momento.
Juanjo Compairé
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Quiero decir que vivo quiero decir que quiero que sufro que me río
Quiero decir que estoy vivo. Vivo de verdad, como no había estado vivo antes. He sido padre por primera vez a la edad que algunos piensan en ser abuelos y me he dado cuenta ahora, a estas alturas de mi vida biológica, que también puedo estar vivo en otro sentido, mucho más vivo, cuando siento miedo por dejar de estarlo y perderme esta pequeña vida que mal duerme y ríe a carcajadas de honestidad. Hoy vivo con miedo a dejar de estar vivo, y por eso sé que estoy vivo. Gracias, Margarita.
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Soy un amasijo de mujer al filo de la noche y el desvelo
Soy calma y tempestad embotelladlas cual barquitos de coleccionista. Soy la amalgama de las hojas muertas por el otoño y los recuerdos congelados en mi invierno. Soy los ríos que corren por mis mejillas cuando la vida golpea un poco más fuerte, y también los rayos de sol que iluminan mi sonrisa. Soy el precipicio al final del camino, el vértigo al asomarte y el eco que te devuelve cuando gritas. Soy de la bravura del mar cuando arrasa y dice “esto es mío”, la espuma que vuela con el viento, las piedras de la orilla, la arena a la que me rindo.
Sara Moreno
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Poeta ávida de palabras
Grito al viento y a la vez le susurro pues, tanta necesidad de decir, de contar tengo que las palabras se agolpan en mi garganta atrapadas en mil emociones. Mi mente rauda evoca insaciables historias ávidas de ser contadas para beneficio del mundo y alivio de mi alma. Más, en el camino estoy de levantar el vuelo, dejar el ancla para compartir al fin cada una de mis palabras salidas de mis entrañas.
Loly Verde T.
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