Opinión

Un salvavidas para la universidad

LA MIRADA 29 SEPTIEMBRE

01:07

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Santa Cruz de Tenerife

He de partir de la confesión de que desconozco por completo el contenido del presupuesto que maneja la Universidad de La Laguna.

Por contra, sí soy conocedor de que el dinero no brota espontáneamente de los árboles.

Son tiempos difíciles los que vivimos y la tarta pública, en consecuencia, no da para tantos comensales, pero presenciar quebrarse emocionalmente a la rectora de la Universidad de La Laguna, Rosa María Aguilar, impone. Mucho más, cuando eres testigo de que los ojos se le aguan mientras afirma que la universidad lagunera se está ahogando económicamente y que necesita urgentemente de un flotador económico.

Voces autorizadas afirman que una altísima parte presupuesto del centro académico tinerfeño está destinado al capítulo del personal. Por esa vía se desliza el planteamiento de una gestión económica errada, pero en mi pensamiento prevalece la idea de que se tienen que tomar cartas en el asunto por el papel capital que desempeñan, o deben desempeñar, los centros académicos públicos para cumplir con su finalidad de ascensor social.

Lo indiscutible es que las cuentas de la Universidad de La Laguna no cuadran para poder hacer frente a sus objetivos trazados y que, por peligrar, peligra hasta la existencia de los colegios mayores universitarios, que constituyen parte de los pilares fundamentales para el estudiantado sin residencia en Tenerife.

Alguna de las dos partes tendrá un mayor nivel de razón en esta porfía, pero por encima de todo, lo que debe prevalecer es la existencia con las mínimas condiciones exigibles de la universidad lagunera.

Unos se juegan el prestigio, otros la rotundidad de la convicción de que se gestiona mal, pero por encima de todo está la supervivencia de una universidad pública.

Todos los días el estado del bienestar nos muestra las costuras causadas por las distintas crisis y por otras razones, pero evitar que la calidad de un centro universitario apunte en picado debe ser cuestión prioritaria en la agenda política.

Lo que nos faltaba es retrotraernos en el tiempo. Situarnos en los años setenta y escuchar de nuevo aquella consigna: "El hijo del obrero a la universidad".

Esto se está poniendo muy feo y apunta a la reedición de los primeros capítulos de la serie Cuéntame de TVE. eso sí, valga el juego de palabras, la carta de ajuste ya está más que presente en estos tiempos de incertidumbre.

 
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