Opinión

El vestuario político

El comentario de Juan Carlos Castañeda en Hoy Por Hoy La Portada

Ana Oramas, candidata de Coalición Canaria por la isla de Tenerife al Parlamento de Canarias / CC

Santa Cruz de Tenerife

No se alteren ustedes con las frases pronunciadas por los intervinientes en los encuentros pre-electorales que vienen celebrando las distintas fuerzas políticas en estas fechas, porque la  política tiene mucho de deporte y más concretamente, de fútbol. Estos encuentros multitudinarios al calor de los correligionarios, tienen mucho de conjura de vestuario en los minutos previos al comienzo de un partido. Hace piña el grupo, se jalean unos a otros, y varios toman la voz cantante para lanzar las consignas incendiarias. La diferencia está que en el vestuario futbolístico no participan de la conjura los fieles seguidores, y en un mitín, o en un encuentro, como lo llaman ahora, el público es testigo de las proclamas desde el minuto uno.

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Por todo ello, me dibujan una sonrisa en la cara los comentarios que, en las redes, los oponentes le dedican a las soflamas que lanzan sus rivales electorales. Me sonrío, porque unos y otros practicamente hacen lo mismo: gritar con las cuerdas vocales henchidas compitiendo con sus compañeros de formación por el objetivo de enardecer  mas que el resto a una audiencia, que ya por si sola está entregada desde el momento que subió a la guagua o cogió su coche particular para asistir al encuentro, mitin o reunencia si desean llamarlo humorísticamente así. Estos encuentros también poseen un momento álgido, que me recuerda a las celebraciones en las que corre el alcohol a granel y en las que siempre se produce el momento de exaltación de la amistad. Ahí los ven ustedes abrazados y amnésicos de todas las faenas y malas jugadas que se han hecho unos a otros , emulando una foto familiar, en ocasiones más rota que la de casa real española. Se lo pasan en grande en esas horas de euforia e intentan estérilmente  llegar a un público que pasa de estas celebraciones y que a lo sumo protagonizarán  mayores o menores niveles de abstención en la prñoxima cita  electoral.

Me divierten estos encuentros por el esfuerzo realizado en pos de convencer a los presentes que ya están convencidos, mientras en la lejanía se encuentra la gran mayoría que será la que decida quién gane o quién pierda. Se trata de mirarse al espejo y verse con unos bíceps bien musculados en un empeño estéril de llegar a los que le resulta imposible remitir fidelidad a sus banderas y colores. Lo cierto de todo ello es que alguno vencerá y, como casi siempre, sus palabras y compromisos se convertirán en goles que nos volverán a clavar.