Opinión

Sobre la particular moral de Santiago Pérez

El Enfoque de Francisco Pomares

Fachada del Ayuntamiento de La Laguna / Getty Images

Santa Cruz de Tenerife

Ayer supimos que la Gerencia de Urbanismo de La Laguna ha decidido congelar la tramitación del expediente sancionador a Luis Yeray Gutiérrez, por aquella intervención en su casa que los técnicos de urbanismo consideraron ilegal y no legalizable. Ante el retraso en el inicio del expediente sancionador, el concejal denunciante, el belicoso Alfredo Gómez, solicitó a Urbanismo una explicación, que ahora ha contestado Santiago Pérez, alegando que el trámite sancionador no debe ser considerado urgente, y que -al no ser urgente y no disponer el área de Urbanismo del personal necesario para ocuparse de un asunto que no es prioritario-, se ha optado por dejar la sanción en stand by.

Más información

Vaya jeta: la decisión del senador Pérez se me antoja una pura desvergüenza. Es cierto que el asunto que nos ocupa es bastante menor: las obras que se discuten en la vivienda del alcalde y de la concejal, Yaiza López, su pareja, son una irregularidad, no un crimen, ni un asunto de corrupción. Lo que hicieron no fue un delito, sino una falta administrativa, acreditada por la gerencia de Urbanismo, a instancias del propio alcalde. Construyeron sin disponer de licencia un cerramiento de balcón, como hace tanta gente. Hacer reformas en el domicilio propio sin pedir licencia de obras es una práctica asentada en nuestra cultura doméstica. Son muchísimas las infracciones que se cometen saltándose la licencia, y muchas no llegan a ser sancionadas nunca, porque no las denuncia nadie –un vecino, una persona que te la tiene jurada- y la inspección municipal funciona bastante mal.

Y hay faltas y faltas: desde mi particular entender, una infracción de tráfico o una obra sin licencia no pueden recibir la misma condena pública que una evasión fiscal o que enchufar a un amigo del partido en un puesto de trabajo, perjudicando a alguien que tuvo mejores resultados en las pruebas. Yo no soy de los que inhabilitan al alcalde, ni creo que deba ser condenado al ostracismo público por cerrar su balcón. Eso es un exceso, pero si te pillan, tienes que pagar la multa. Sin condenas morales, ni acoso mediático, porque está mal aparcar donde no se puede o abrir una ventana a la calle sin licencia, vale, pero nadie merece ser linchado por algo así.

Lo que me parece un descaro es que el concejal de urbanismo decida que el alcalde –probablemente por serlo- puede librarse de cumplir las leyes y de ser sancionado cuando procede. Eso es tratar a la gente con distintos raseros. Cada uno de los ciudadanos de La Laguna que haya tenido que responder de faltas similares a las cometidas por el alcalde –y seguro que algunos habrá- debe estar trinando en estos momentos al observar que ese gran defensor de la moral ciudadana y la probidad pública que es el senador Pérez, se considere legitimado para mandar al limbo el trámite sancionador decidido por los técnicos de su propia concejalía. La pregunta que hay que hacerse es si Pérez habría actuado igual, buscando un resquicio reglamentario para librar al alcalde de cumplir con su obligación, si el pillado en falta hubiera sido un concejal de la oposición. Y ya puestos, me pregunto que habrían dicho esos medios que habrían crucificado a un concejal adversario de Pérez por una multa de circulación, y ahora están callados como… ustedes saben qué.