El problema es lo que cuestan
COMENTARIO CASTAÑEDA 13 OCTUBRE
Santa Cruz de Tenerife
Seguro que existen muchos más, pero de los asuntos que le gusta discutir a la peña ciudadana, hay dos que se llevan La Palma: la ruptura de las parejas compuestas por famosos y el del sueldo de los políticos.
Yo del salseo de los sentimientos de los famosos no tengo ni idea, ni quiero saber, pero sí mi interesa el asunto de los emolumentos que perciben los políticos porque el mismo es motivo de discusiones apasionadas y porque es recurso recurrente de quienes ven en él otra arma arrojadiza de desgaste contra la democracia.
Para los interesados en lo concerniente a los ingresos de nuestros dirigentes públicos, les recomiendo el reportaje rubricado ayer en el país por nuestro compañero Emilio Sánchez Hidalgo.
El artículo resulta esclarecedor y muestra una interesante comparativa entre lo que perciben nuestros cargos públicos, y además establece una comparación respecto a lo que cobran los políticos en otros países europeos.
Yo creo que la democracia hay que pagarla porque, si no, los puestos de responsabilidad de la misma estarían vitaliciamente ocupados por los propietarios de rentas altas y ya se sabe que, corruptelas de los de menores ingresos aparte, y dicho con toda la mala uva del mundo, el dinero llama al dinero.
A mí, más que la cantidad de euros que perciben los políticos, lo que me interesa es si son productivos o no, porque entiendo que la cuestión principal no es lo que cobran, sino lo que nos cuestan.
Por ejemplo, si pienso en las dificultades que nos rodean diariamente en estos tiempos de crisis y en lo oscuro que se presenta el horizonte económico, no me salen las cuentas y me sobran cargos públicos.
Mucho más se me descuadran las cuentas públicas cuando existe quien, por ejemplo, arrastra una gestión calamitosa en su departamento y es capaz de calificarla de formidable, como lo ha hecho recientemente la titular de Derechos Sociales del Gobierno de Canarias.
Con dolor por las expectativas iniciales que generó su llegada al cargo y el resultado negativo de las mismas, no me atrevo a pedir que se devuelva el dinero percibido, pero sí que se entreguen a la ingesta del suero de la verdad la titular y acompañantes que rubrican la calificación de formidable para una gestión tildada por las asociaciones de nefasta.
Lo dicho, el problema no es cuánto cobran, sino cuánto cuestan.