Sobre los bonos consumo
El Enfoque de Francisco Pomares
Santa Cruz de Tenerife
Leo en el periódico que los Bonos Consumo Tenerife pueden comprarse ya y canjearse en los comercios. La filosofía es la misma de anteriores ediciones: te regalan hasta 300 pavos si te gastas otros 300. ¿Quién rechazaría una ganga similar? Probablemente no pueda decirse que es una medida dirigida a quienes más lo necesitan, porque para tener acceso a un mayor descuento, uno debe tener más capacidad de gasto. Pero yo entiendo que el personal compre tantos bonos hasta como pueda permitirse: antes de la invención de esta lotería con premio seguro, nadie había regalado dinero porque sí. Y eso es lo que me tiene pensando en arameo… ¿Porque regala dinero la administración a todo aquel que se puede permitir gastar una cantidad similar a la que le regalan?
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Incentivar a la gente a gastarse los cuartos no favorece a nadie. Y mucho menos sirve para controlar la inflación, sino justo lo contrario: regalar dinero es la más inflacionista de las medidas que se puedan adoptar. Aumenta el circulante y encarece los precios. Que la administración se entusiasme haciéndolo es inexplicable. Seguramente tiene más que ver con el espíritu de vendedores de hartangas que caracteriza a muchos de nuestros servidores públicos. Si las administraciones regalan pasta a la gente no puede ser por otro motivo distinto a que les sobra la pasta, tienen más dinero del que son capaces de gestionar en inversiones productivas, y entonces se inventan campañas de munificencia que siempre reciben el aplauso popular, porque… ¿A quién le amarga comprar euros por medios euros?
Pero yo me pregunto qué función social persigue este dispendio tan altruista y generoso: si se trata de favorecer a los comercios que peor lo han pasado después de dos años de ventas limitadas por la pandemia, darles el dinero directamente sería mucho mejor sistema. Con el actual al final sólo favoreces a los comercios con liquidez, que son los que están en disposición de financiar el dinero que rebajan a los clientes y que las administraciones tardan meses en devolver, en detrimento y directa competencia de los comercios que no disponen de liquidez y no pueden apuntarse a la campaña.
Muchísimo más eficaz, y menos inflacionista, sería bajar sustancialmente los impuestos a los comercios, o incluso abonarles un pequeño porcentaje de lo que vendan, contribuyendo así a que no suban los precios, quizá incluso podrían repartirse los cuartos premiando a quienes los mantengan. Eso beneficiaría a todos, no sólo a quienes ya tienen dinero que gastar y con los bonos pueden gastar el doble.
Personalmente, me cuesta creer que a la administración le sobre pasta. Si fuera así, ya podría dejar de exprimir a las clases medias con crecientes impuestos de la forma sádica y facinerosa en que lo hace. Y si el sentido es que los tributos de los que más tienen ayuden a los que peor lo pasan, mejor sería repartir bonos comida que bonos consumo.
Yo creo que lo que ocurre es que a nuestros políticos lo de repartir (especialmente lo que no es suyo) les pone. Estas tómbolas que les ha dado por montar con nuestro dinero, los bonos consumo, bonos comercio, bonos cultura (fuerte escándalo lo de regalarle 400 pavos a los pibes que cumplen 18 tacos) son una frívola e inútil desvergüenza. Pero no hay nadie que denuncie desde la política que el dinero público está para otras cosas: reducir la desigualdad, favorecer a quienes realmente lo precisan, los más débiles, atender a los enfermos, a los ancianos, mejorar la educación, la sanidad pública, las carreteras, la justicia… ¿Bonos regalo? ¿De verdad? No pienso decir lo que se me ocurre que podrían hacer con ellos…