Hoy por Hoy Las Palmas

Papel y pluma, con María Henríquez: propuestas ejercicio 7 y ejercicio 8

Cada jueves en Hoy por hoy Las Palmas con Jonás Oliva te proponemos esta sección sobre escritura creativa para que des rienda suelta a tu creatividad sin vergüenza y crear una comunidad de apasionados por la escritura

Cada jueves en Hoy por hoy Las Palmas con Jonás Oliva, la profesora María Henríquez nos guía en esta sección sobre escritura creativa para que des rienda suelta a tu creatividad sin vergüenza y formar juntos una comunidad de apasionados por la escritura. Puedes escuchar el podcast íntegro en el siguiente enlace y participar en el ejercicio que te proponemos en la parte inferior de esta página, enviándonos tu propuesta semanal al whatsapp del programa 607 575 031.

Nota importante: para garantizar la publicación de los textos, deben enviarse mecanografiados antes del miércoles víspera de cada sección, hasta las 13 horas.

Me gustó esta cita sobre el mar, me identifico con la idea de que cada uno/a interprete el mensaje que le transmita el ruido del mar, por eso la incluyo aquí:

La luna llena se recorta sobre el mar y cubre de reflejos plateados las olas. Sentados sobre una duna, miramos el continuo vaivén con distintos ánimos: para mí fue siempre el mar un confidente, un amigo que absorbe todo lo que le cuentan sin revelar jamás el secreto confiado y que da el mejor de los consejos: un ruido cuyo significado cada uno interpreta como puede.”

Notas de viaje por América Latina del Che Guevara

EJERCICIO 8

Escribe una historia sobre el mar o en la que el mar esté presente. Puede ser una anécdota, un recuerdo o una escena. Quizás sencillamente quieras escribir sobre lo que el mar significa para ti. En este ejercicio no puedes usar la palabra “azul”. Para empezar, si quieres, escribe palabras clave que tengan que ver con lo que vas a escribir, algo así como un listado que evoque la experiencia del mar que vas a contar. Puedes elegir una de esas palabras para incluirla en tu primera línea. La forma del ejercicio la vas a elegir tú: bien sea una historia, una reflexión, la evocación de un recuerdo... Siempre puedes dejarte llevar y ver dónde te lleva el ejercicio. Acuérdate de permanecer al menos 7 minutos escribiendo, sin corregir, sin releer mientras escribes. El tiempo de escritura es tuyo, extiéndelo lo que necesites. Siempre puedes revisarlo una vez terminado, no antes. ¡Que lo disfrutes!

PROPUESTAS DE LOS OYENTES PARA EL EJERCICIO 7

Escribo por el gusto de escribir, de ver como el lápiz se desliza por la hoja en blanco y corre dejando huellas de grafito intentando alcanzar la velocidad con las que van fluyendo mis ideas sensaciones y pensamientos. A veces la grafía casi es un esbozo de la palabra, un garabato que me costará leer, En esta veloz carrera, entre el rápido movimiento de la mano y las ideas que van saliendo como un caudal o a borbotones, me encuentro pensamientos nuevos o bien hilvanados que me sorprenden. Escribo por expresar con sencillez, por ser concreta, por aclararme, por entender mejor lo que pienso, siento o quiero decir. Escribo por compartir, por comunicar o para informar. (El WhatsApp me facilita esta comunicación, que completo con las fotos y los enlaces directos). Escribo porque me fatiga menos que hablar. Me gusta escribir por el disfrute de imaginar, crear inventar. Me gusta leer, escuchar, o que me cuenten lo que he escrito. Me gusta escribir por sorprenderme o reírme con algo que he escrito y sentir un texto familiar como si leyera algo escrito por otra persona y tener ganas de conocer más y ganas de continuar escribiendo y contarme una aventura más. Quiero escribir de temas cotidianos, de niños, de animales y como se relacionan y como conviven entre ellos, en la naturaleza, en el día a día y de la belleza de vivir y construir un mundo más amable, dejando espacios y puertas abiertas por donde los lectores y yo podamos seguir caminando, investigando y queriendo conocer más de esos lugares, de las personas, animales y objetos.

María del Val Crespo Ares

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Me gusta escribir porque…

Me gusta escribir porque, cuando escribo, juego a ser Dios, me aventuro a moldearon el barro de los grafemas mundos invisibles a los ojos, pero reales en la imaginación (¿acaso es inocuo lo que imaginamos?). Con lápiz y papel se reviven personas y paisajes ya desaparecidos de nuestra visión terrenal, se proyectan futuribles, se abren de par en par las compuertas de tu yo interior. Escribir es adentrarte en un laberinto enigmático, descubrir cosmos paralelos, entrelazados, intangibles y, a veces, difíciles de entender, pero no por ello necesariamente menos ciertos. Por eso, cuando escribo, siento que activo esa capacidad humana regalada por los dioses de concebir vidas, territorios y universos en otras coordenadas.

Antonio Castellano

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Cuando escribo siento que todos mis sentidos se activan, más hacia mi mundo interior que al exterior, y eso, me emociona. Veo como las letras forman palabras y estas, frases que van desgranando mis pensamientos mágicamente. Y me emociona. Oigo mi corazón y mi respiración calmado y calmada, aunque estoy emocionado. Salivo delante de texto como si estuviera cocinando algo sabroso, quizás sabroso sólo para mí, pero hasta me parece oler los aromas que poco a poco fluyen del papel y la pluma. Y me siento emocionado. Escribir, para mí, siempre ha sido un acto íntimo e intimidante que me lleva a una comunión con mis propios sentidos. Me gustaría escribir sobre esa feliz infancia que me dieron mis padres. Nunca sabes si vivir esos momentos una sola vez en tu vida es suficiente. Pero si esos recuerdos y anécdotas activan una vez más todos mis sentidos, será como revivirlos otra vez. Y quizás, vivirlo dos veces, sí que sea suficiente.

Chano Gómez

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Cuando escribo siento…

Cuando escribo siento que me descubro, mientras dejo que salga lo que voy escribiendo no me doy cuenta de nada, sólo me dejo llevar por mi pluma y cuando lo leo es cuando descubro cosas de mí, de los otros o de la propia vida que no sabía, ni tan siquiera imaginaba y me sorprendo. Lo que escribo revela lo que hay en mi interioridad y sé que mi biografía la puedo transformar cuantas veces necesite y de hecho cuando escribo, muchas veces descubro que hay recuerdos que se han transformado en el inconsciente, es más, siento que cada vez que me viene un recuerdo a la conciencia ya se ha transformado, es como si en la memoria estuviera guardado de una forma y cuando entra en la conciencia ya entra de otra. Me gusta escribir sobre lo que me surge en cada momento y dejarme llevar por la pluma, por el gusto de descubrirme, simplemente.

Manuela Álvaro Alonso

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Cuando escribo siento que estoy siendo fiel a mí misma, que acudo a la llamada de una parte mía que está muy adentro. Escribir es realizar una tarea en segundo plano. Una tira en su día a día como si nada ocurriera en sus entrañas, sigue su rutina diaria, con sus automatismos, sus caretas y sus roles, como no, también con su luz y su gloria. Quizás dentro se estén derrumbando mundos y construyendo otros nuevos, quizás el miedo lo ocupe todo o habite la desesperanza, quizás ... son tantos los mundos internos que nos habitan. Escribir es ir a las entrañas, al encuentro de todo eso. Es sumergirse a explorar y crear espacio para que aflore lo importante. Es descubrirse, y sorprenderse, por eso ocurre en segundo plano, en las entrañas, en soledad con una misma, lejos del ruido externo.

S.D.A.

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Cuando escribo siento que soy otra, que me olvido de mi ser para bañarme en ideas, palabras, emociones. Un baño a veces placentero, a veces doloroso, donde mi yo superficial se encuentra con otro que estaba escondido, refugiado entre todos esos pensamientos que se quedan ahí, atrancados, sin poder fluir. ¿Por qué no me dejo llevar por ese río de palabras que mi mente y mi corazón guardan tan a buen recaudo? No lo sé, quizás porque ese yo oculto es tierno, sensible y tiene demasiado miedo… Me gustaría escribir sobre mi padre, siento que se lo debo, una persona tan extraordinaria, tan ingeniosa, sensible e inteligente tiene que ser recordado eternamente. Pero me cuesta mucho, es como si no estuviera a la altura, como si no fuera capaz de aprehender todo lo que viví con él. Es que fue, y es muy grande. Papá, te quiero…

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Asomándome al cielo

Cuando escribo siento que hay magia en el aire que todo lo bueno y fantástico es posible. Que se puede cambiar el rumbo de las cosas, un lugar en donde existe lo imaginario, ideas que van cobrando formas en el papel al ser escritas. Inventando un mundo en el que lo real no existe sino la fantasía, la magia. Creando historias bonitas, agradables de leer para el lector/a, un remanso de paz, esperanza, aliento, ayuda. Todo ello sumergido en el poder de las palabras que van poco a poco brotando como brotan las hierbas en la tierra fructífera. Un lugar donde podemos encontrar calma y sosiego entre otras cosas. En definitiva, mucho bienestar, entretenimiento saludable en todos y para todos los sentidos al ver reflejados con tinta y en un papel lo que brota en nuestro ser más íntimo.

Ticia

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Me gusta escribir porque…

Me gusta escribir porque disfruto viendo cómo se desliza el bolígrafo sobre el papel. Me gusta escribir porque me ayuda a organizar mis ideas y aclarar mis pensamientos. Me gusta escribir porque cuando algo me atormenta y pasa a través de mi cuerpo a mi mano, de mi mano a través de mis dedos al bolígrafo y de ahí al papel va desapareciendo el dolor. Me gusta escribir porque después de escuchar alguna historia a alguna amiga me gusta inventar el final. Me gusta escribir porque un día cuando ya no esté, alguien encontrará mis cuadernos y los podrá releer. Me gusta escribir porque es un tiempo de silencio, de pausa, de calma, de conexión conmigo misma y de disfrute. Un tiempo en el que no me juzgo, no me reprocho nada y no persigo ningún objetivo. Mientras pasan esos siete minutos pierdo el pudor, la vergüenza y no me exijo nada. Soy libre. Me gusta escribir porque siento envidia de las personas que escriben libros y transmiten tantas cosas a través de las palabras. Me gusta escribir. Cuando escribo siento cómo mi mano conversa con mi cabeza. Que en la playa blanca del papel ella, mi mano, juega con la tinta, baila y canta libre. Mi pensamiento habla con ella y de esa conversación surgen imágenes e ideas, historias que parecen brotar de la nada mágica que hace nacer, moverse y desaparecer personajes, cosas que antes no existían. Eso cuando escribo a mano, porque escribir en un teclado es diferente. Por eso tengo “amigos de pluma” con los que intercambio eso tan pasado de moda como cartas. Cuando abro el buzón y, entre medio de facturas y publicidad, aparece el regalo inesperado de un sobre blanco garabateado por uno de esos amigos, mi corazón salta de alegría. Subo las escaleras a toda prisa, rompo ávidamente sus costuras engomadas y me pongo a leerla. Y al cabo de un rato me viene de dentro el deseo de responder. Entonces ese diálogo es a tres, entre mi destinatario, mi mano y mi pensamiento. A veces escribo para mi interlocutor, pero otras soy yo mismo a quien dirijo mis palabras, Como si escribir fuera algo parecido a una sesión de psicoanálisis. Y al acabar me siento ligero, en calma, más preparado para vivir.

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Me gustaría escribir sobre la ciudad en la que nací; sobre mi abuelo y su historia, de la que sólo conozco retales que me gustaría coser como en una suerte de “patchwork” de colores combinados, oscuros algunos y otros más claros.

Juanjo Compairé

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Cuando escribo siento que....

Cuando escribo siento que tomo un riesgo. Es como asomarme a un terreno desconocido en el que ni yo misma sé que encontraré. Como adentrarme en un bosque denso en dónde a cada paso puede haber una sorpresa o un misterio por resolver. Me produce intranquilidad el no saber si conseguiré sortear con éxito el reto de avanzar, de hacerlo bien, de ser veraz, de ir al grano. Me inquieta el no ser lo suficiente minimalista que deseo, para decir lo que quiero sin excesivas florituras, sin saltar de rama en rama en ese bosque. Me inquieta saber si seré capaz de seguir el camino más corto que me lleve a la salida, a la expresión certera de lo que siento, de lo que soy. Me gustaría escribir sobre la vida. Sobre la de la familia a la que pertenezco y sobre la parte maravillosa de la que me ha tocado vivir.

E.H.L.

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Instrucciones para morir en el intento

Salir de las trincheras. Perder el hilo como quien entra en trance. Capitular como los trenes, hipnóticos mastodontes que se adentran en los túneles. Deslizarse sobre los raíles que vagan en la noche en busca de la luz que sólo encuentran en los andenes. Hacer silencio para que tu Alicia vuelva a la sombra del árbol tras su aventura en las profundidades. Despedir a la Reina Roja, al conejo blanco, al Señor Dodo. Tomarle el pulso al aire, al cuerpo, a la vida y entonces puedes darte permiso para volver a entrar al fondo de tu fondo. Deberás tomar papel y tinta, quebrar con temple las líneas oscuras de tu libreta clara. Abraza el trance. Piérdete en el camino. Regresa al laberinto de las cosas que aún no has dicho. Lánzate al abismo de la página en blanco. Ahoga el vértigo de lo desconocido. Después búscate, encuéntrate y si hace falta, bórrate de nuevo y vuelve a comenzar.

Velintonia

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Escribir es volar

Es ponerme a escribir y sentir que vuelo más allá del tiempo y el espacio. El mundo se para y se concentra en pocas líneas llenando de experiencias y aventuras mi vida. Me gusta escribir sobre mi yo interno acercarme a episodios de mi existir y dar rienda suelta a lo que siento. En los últimos tiempos la ventana de las narraciones eróticas se abrió para mí. Indagar en este mundo apasionante me posibilita jugar con la fantasía y la realidad, recreando situaciones nuevas y excitantes.

Loly V T

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Me gusta escribir

Me gusta escribir porque sin pretenderlo, me conduce a un diálogo íntimo, a un repaso interno a través del cual, brotan palabras que me llevan a interesantes descubrimientos sobre lo que soy, sobre lo que fui, sobre lo que añoro, sobre lo que no tengo resuelto, sobre lo que todavía espero. Y ¿quién sabe? Quizá me guste escribir porque lo he mamado. En mi memoria está el sonido acompasado de las teclas que resultaba de las manos de mi padre bailoteando sobre la máquina olivetti gris, narrando sus aventuras y desventuras de sur a norte, porque mi padre era del sur y murió en el norte. En sus últimos meses siempre tuvo una libretita y un boli en la mesilla de noche donde escribía sus desvelos, y ya pronto aprendí que el escribir liberaba angustias. La modesta revista del pueblo, a falta de mejor infraestructura, se confeccionaba en el salón de mi casa. Por allí circulaban textos variopintos, escritos por pescadores, concejales, amas de casa, profesores, artistas, jóvenes y mayores, cada cual con sus sentires. Una mezcla de demandas, poesía, noticias, reflexiones…que finalmente confluían de manera honesta aún con sus formas tan dispares. Y ahí aprendí que en la escritura todos tenemos cabida, que puede unir y abrigar a todo un pueblo. Escribir es liberar lo que no sale de otra manera, es meditar, es un viaje arriesgado al centro del alma.

Rosario MG

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Cuando escribo siento

Cuando escribo siento, cuando escribo dejándome sentir me noto auténtico, más cabal. Mi mente alocada se pone al servicio de una parte de mí, a veces descuidada, a veces no escuchada. Esta parte, a la que llamo esencia, no admite espejismos ni florituras. Se manifiesta espontánea y libre, inmune a las críticas, incluso a las emitidas por mí mismo. Cuando escribo de esta forma siento que no hay límites, que cualquier camino es posible. Tal vez por eso escribo poco, porque aún no me he acostumbrado a la libertad que emerge de la quietud, del silencio ante el papel. Tal vez sigo adicto a cierto reconocimiento, o al esfuerzo de lo conocido y temo desplegarme. En un acto de rebeldía hoy escribo, atravesando el cansancio, y las expectativas que cortan las alas. Y me dejo sentir: el tacto digital, la espalda en el sofá, los pies desnudos, bien plantados en el suelo. Siento mi corazón marcando el ritmo, un reloj escondido en mi pecho, llenándome de vida. El sonido cercano de mi mujer escribiendo, a su vez, en el butacón del salón. Una escena tan cotidiana como valiosa. Recorro el día con sus horas, persiguiéndome a mí mismo. Una obra frenética que se representa de manera automática, cada día. Y lo siento, sí. Lo siento ahora, el deseo de cambiar el paso, de detenerme a sentir el sol, de escuchar el canto de los pájaros , o el crepitar de la espuma al deshacerse.  Necesito parar, dejar de hacer. Rendirme a lo más alto que me habita. Sentir cada minuto en el que vivo, en el que muero, en el que soy.

P.M.

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La escritura

Cuando escribo siento que vienen a mí recuerdos generalmente gratificantes. Plasmo en el papel lo que realmente viene a mi mente, con todo lujo de detalles. Es una sensación inexplicable con palabras, nunca mejor dicho, porque más bien es una emoción evocadora de recuerdos escondidos que salen a la luz plasmándolos en palabras. Siempre me ha gustado escribir; recuerdo que lo hacía con fluidez, quizá como una forma de expresión. Creo que va en mis genes, pues hace más de cien años que un familiar mío escribía cartas a personas que estaban en la guerra; tenía la libertad y permiso de sus familiares para comunicarles lo que quisiera. Me imagino la satisfacción de ejercer de medio de comunicación entre remitentes y destinatarios. Me gustaría escribir sobre esta persona, una de mis abuelas.

María del Pino Bolaños Montelongo