"Me dijeron que eran gases y obesidad cuando lo que tenía era un tumor": la dura realidad de la sanidad pública canaria
Gabriela ha sufrido durante tres años diagnósticos erróneos
Entrevista a Gabriela Negrín
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Canarias
La realidad de la sanidad pública debería ser diferente. Al menos, la que hemos venido contando en los últimos meses deja que desear a ojos de muchos de los pacientes. Pacientes como Gabriela, que ha padecido los estragos de una sanidad pública con deficiencias. Huelgas, colapso de Urgencias, Atención Primaria desbordada, listas de espera infinitas... titulares que permanecen en el tiempo, pero que nos llevan a una conclusión clara: ¿cuál es el objetivo real de que haya sanidad pública, como también la educación? La respuesta debería ser la gente. Pero en esta historia, la protagonista no tiene la culpa de todas esas deficiencias. Y, sin embargo, las ha sufrido en primera persona.
'Las primeras veces, me mandaban a casa diciéndome que tenía gases y obesidad. Ahora, por fin me diagnostican bien. Tengo un tumor gigante'
Gabriela Negrín es una joven tinerfeña que sufre dolores desde hace tres años. Tres años de continuas asistencias a urgencias y diagnósticos, como decimos, erróneos. La primera vez, la mandaron a casa con 'gases' y 'obesidad'. Pero los dolores seguían. La segunda vez, comentó esto en el centro de salud, y entonces le comentaron que era posible que sufriera una 'distensión abdominal', para la que fue tratada. Un tratamiento que le hizo perder tiempo y que, en ningún caso, le redujo la dolencia. La tercera vez fue incrementándose ese nivel de gravedad. 'Cólico nefrítico', y con Nolotil y Paracetamol, la enviaron a casa a guardar reposo. En ningún caso, el ingreso fue necesario (según el centro de salud en cuestión). Para cuando, por fin, le tocó alguien con criterio profesional y sin la saturación que, ahora, la Atención Primaria y Urgencias cuentan, ya el diagnóstico era más que visible en su cuerpo. Contaba con un teratoma gigante, de unos 40 centímetros, que se había ido agrandando conforme pasaban los años y, por supuesto, el dolor.
Un problema que, afortunadamente, tiene solución, aunque Gabriela todavía espera por una cirugía que le permita llevar una vida sin dolores constantes en el abdomen ni contar, en su interior, con un tumor que le impide hasta caminar con normalidad. Una vida así, no es vida. Las consecuencias a nivel mental, para Gabriela, han sido lo peor. 'No tiene nombre lo que han hecho conmigo. Lo mental es lo peor, porque es pasar mucho tiempo sufriendo un dolor inimaginable. No he tenido ni fuerzas para denunciar ante la Gerencia. Cuando me encuentre mejor, reclamaré y haré lo que haga falta para que se haga justicia", afirma la joven, que ha sufrido un calvario innecesario por la falta de atención de los profesionales canarios.
"Tener una operación, que es lo que llevo pidiendo todo este mes. He pedido hasta que me operen. No es justo, lo pondré en manos de la justicia. Lo que te hacen a nivel psicológico no tiene nombre. Prácticamente, muchas de las veces que he ido al médico parece que me he inventado la dolencia. Que lo que yo estaba contando no era verdad". Es solo un ejemplo -bastante impactante, ciertamente- de tantos que hay en la sanidad pública canaria, que -como hemos comentado- sufre los estragos de años de listas de espera, condiciones cuestionables de los médicos y profesionales sanitarios y colapso hasta en las ambulancias. Un colapso que parece no acabar, a pesar de las interminables veces que se ha hablado de ello en el ámbito de la política, en el seno de una Cámara regional o en las tertulias de los medios. Pero nos olvidamos de que el que lo sufre es el paciente. "Paciente", que padece. Con Gabriela han sido 3 años de tortura y desidia, pero ¿qué habrá pasado con aquellos que tenían una cita oncológica al año siguiente de pedirla? ¿empezaron su tratamiento cuando debían o cuando pudo la administración otorgárselo?
La pandemia, quizá, ya ha quedado lejos, al menos para seguir derivando la responsabilidad hacia ella por todo lo que nos ocurre o lo que parece que se perpetua en el tiempo. La situación de la sanidad no debería ser esta. Se entiende que la burocracia y el proceso no es sencillo, pero tampoco lo es el calvario que viven las personas que no eligieron estar enfermas. Los tumores, en el caso de Gabriela, llaman a la puerta en el momento menos imaginado y perturba todos los aspectos de la vida. Tanto a ella, como a su entorno. Pero más si ese proceso se hace eterno. Hablamos continuamente de la importancia de la salud mental. Pues trabajemos por ella, evitando que empeore con historias como la de la joven tinerfeña. Ahora parece que ve la luz al final del túnel, un túnel más largo que el de la Isla Bonita, pero todo lo vivido no se olvida. Ella lo tiene claro. La batalla la emprenderá. Cuando, por fin, le hagan caso y le quiten el tumor que, para algún médico, era 'obesidad'.