Opinión

Sobre el fiestón de medio kilo

EL ENFOQUE 24 NOVIEMBRE

01:59

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Santa Cruz de Tenerife

La juerga costó medio kilo. De ese dinero, el Ayuntamiento de Santa Lucía –gobernado por Nueva Canarias- puso cien mil euros. El de San Bartolomé de Tirajana, del PSOE, cuatro veces esa cantidad. ¿Medio millón un congreso para un centenar de participantes? Bueno, lo cierto es que la pasta se escurrió por los sumideros no tanto por el gasto realizado en el congreso en sí, sino por el jolgorio nocturno que acompañó las sesiones de trabajo, al menos si uno de los amenizadores, el cantante Dani Martin, que cobra normalmente un cuarto de millón por actuación, mantuvo su caché. Pero hubo más cosas: El congreso, adjudicado en un negociado sin publicidad de tramitación urgente, que se levantó una empresa de organización de saraos musicales, fue adjudicado por el Consorcio Sur de Gran Canaria para la Televisión Digital Terrestre Local, una entidad en la que participan los ayuntamientos convocantes y varios más del Sur de Gran Canaria (Agüimes, Ingenio, Telde y Valsequillo), que no participaron en la financiación del ágape. El Consorcio en cuestión no tiene entre sus competencias la celebración de congresos académicos. Pero eso tampoco debiera llamar mucho la atención, porque la empresa adjudicataria por el sistema digital, tampoco.

La juerga incluyó alojamiento en hoteles de lujo de Maspalomas, conciertos privados de Dani Martín y Café Quijano (la propuesta de licitación propuso inicialmente que se contratara a La Oreja de Van Gog), cenas de galas, entre otras una al aire libre en el emblemático Mirador de Las Dunas, espectáculo carnavalero con drag queens, coches de lujo con el logo del congreso, barra libre de Moët & Chandon y fuegos artificiales en el Faro.

La historia, que saltó a los medios tras una denuncia de la oposición en Tunte, se ha agravado porque la alcaldesa de San Bartolomé, Conchi Narváez, negó que se hubiera celebrado fiesta alguna, pero el contrato de adjudicación se ha filtrado a los medios, e incluye una relación muy precisa y detallada de cómo deben ser los festejos, en una provocadora demostración de ese nuevorriquismo que a veces se les va de las manos a las instituciones y corporaciones públicas cuando manejan nuestro dinero como pólvora de rey.

 
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