Sobre la carrera de Julio Cruz
EL ENFOQUE 14 NOVIEMBRE
Santa Cruz de Tenerife
El gomero Julio Cruz lleva viviendo de un sueldo público casi desde que se afeitó por primera vez. Era funcionario del Cabildo de la Gomera, responsable del área de Turismo o algo así, en la etapa en la que asumía el rol de defensor de Curbelo. Y como pupilo suyo escalo posiciones en el PSOE, hasta convertirse en diputado por La Gomera y secretario de organización del socialismo canario. Hasta que Curbelo se vio implicado en el affaire de la barra americana y cayó inmediatamente en desgracia en el PSOE. El primero que se subió a sus barbas fue precisamente Julio Cruz. Fue él quien organizó la campaña contra Curbelo en la isla, con buzoneos sistemáticos de un panfleto infamante, acusándole de corrupción y otras lindezas.
Fue, pues, Julio Cruz, pupilo desafecto de primera hora, quien muy probablemente convirtió a Curbelo en víctima en su isla y movilizó a La Gomera en apoyo del líder caído en desgracia. El resto es historia conocida: Curbelo arrasó con un partido hecho con algunos retales del PSOE insular, sus amigos de toda la vida y un animoso grupo de jóvenes profesionales gomeros. Cruz se exilió en Tenerife, donde pasó varios años tranquilos instalado en el Parlamento como diputado culiparlante y vicepresidente de la Cámara, un echadero probablemente inmerecido que luego lo rebotó por elevación al senado por designación parlamentaria.
Cuando llegaron las elecciones de 2019 y el pacto de las flores, el PSOE dejó de contar con él y empezó su calvario transeúnte por los municipios socialistas… Buscó acomodo en Santa Cruz de Tenerife, donde la alcaldesa Patricia Hernández le creó una plaza ad hoc, a la que se presentó y quedó cuarto, y aún así, logró el puesto, tras ser declarado más ‘idóneo’ que los que quedaron antes que él. Duró poco en el cargo, se fue al mismo tiempo que doña Patricia, tras prosperar una moción de censura. Aterrizó entonces en La Laguna y esta vez sin cumplir siquiera los trámites obligatorios, y allí llevaba siete meses, cuando el secretario general del Ayuntamiento ha dictaminado la ilegalidad del nombramiento: esta vez no es que quedara cuarto y lo enchufaran, es que ni siquiera se montó el expediente, le adjudicaron la plaza por procedimiento digital. O sea, a dedo.