Soledad sonora
El director de una residencia de mayores pide que les manden cartas a los viejitos porque “no nos sobra vida, nos sobra soledad”
Somos nadie: Soledad sonora
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Las Palmas de Gran Canaria
Esto podría ser una carta dirigida a cualquier residencia de mayores de Canarias, o a la habitación de un hospital donde hay una vieijta o un viejito al que nadie espera en casa, que algún día alguien llevó a Urgencias pero luego no pudieron venir al recogerlo. Me la inspira José Lopez, director de la residencia de Campolongo en Pontevedra, donde hay 101 residentes.
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Las pasadas navidades, del centenar de ancianos solo ocho personas recibieron la visita de algún familiar. Y este año, cuando llegó diciembre, José López quería evitar esa imagen de más de 90 viejitos comiendo en un comedor grande un 24 de diciembre, donde muchos de ellos miraban a la puerta a ver si llegaba algún familiar para invitarlo a pasar la noche buena digna de ese nombre.
Por eso José escribió un texto en whatsapp que mandó a sus conocidos. En su mensaje José decía que en la residencia “No nos falta vida. Si acaso nos duele lo que nos sobra: Soledad. Y nos sobra porque no estáis aquí, habéis dejado de querernos”. Y pidió cartas contra la soledad
Sí. Alguien puso el texto del whatsapp en la redes, y ya sabemos el camino de un texto que se hace viral, miles de reproducciones y, en una semana, han llegado más de 400 cartas a la residencia, desde Galicia pero también desde Madrid, Salamanca, Burgos…
Ojalá esas cartas dirigidas hagan menos amarga la soledad de los viejitos de esa residencia. Una soledad que por unos días se ha transformado en “Soledad sonora”, como el título de uno de los poemarios más celebrados de Juan Ramón Jiménez. Pero mientras tanto sigue predominando la soledad silenciosa de miles de viejitos y viejitas que miran por una ventana esperando una mirada cómplice, que estampan sus ojos en la pantalla del televisor porque no encuentran otra mirada que los acompañe.
Los viejos que se apartan
Que mal lo estamos haciendo cuando sigue pasando aquello que contaba Joan Manuel Serrat en una canción que, precisamente, tiene título de título de Carta “A quien corresponda” y que decía: “Que las manzanas no huelen, que nadie conoce al vecino, que a los viejos se les aparta, después de habernos servido bien”.
Curioso este sistema de convivencia que tenemos. El Estado se hace cargo de un niño si no está bien cuidado por su familia, va a la casa a buscarlo y se lo lleva contra la voluntad de sus padres y madres que suelen ser familiar vulnerables que vienen a conocer la cara represiva de la administración, pero que no conocían la cara preventiva y social porque nadie había aparecido por allí cuando empezaban los problemas.
Con los mayores pasa al revés, si alguien deja a un anciano en un hospital, van a buscar a la familia, y les dicen que se hagan cargo aunque no tengan tiempo, aunque estén en condiciones precarias. Canarias tiene un déficit de 8.000 plazas de residencias de mayores. La consejera de Derechos Sociales reconocía esta semana en el Parlamento canario que solo se ha ejecutado el 40 por ciento del Plan de Infraestructuras Sociosanitarias del ejecutivo canario. La inmensa mayoría de las residencias son negocios privados, estar allí puede contar 2.000 o 3000 euros. Pero la mirada del viejito mirando a la puerta esperando un familiar no tiene precio. Decía mi padre, todo el mundo quiero llegar a viejo, pero nadie quiere ser viejo. Pues eso.