Sobre las dudas del ‘caso Mediador’
EL ENFOQUE 17 FEBRERO
Santa Cruz de Tenerife
Theo Hernando es secretario general de la Asociación de Agricultores y Ganaderos desde hace dos años. Ayer calificó en estos micrófonos la trama del ya bautizado como ‘caso Mediador’ como propio de la mafia calabresa, pidió que alguien asuma su responsabilidad por el nombramiento de Tayshet Fuentes como director general de Ganadería en monárquica sustitución de su tío, y remató reconociendo que –a pesar de que nadie pudiera imaginar el alcance de lo que estaba ocurriendo con las subvenciones ganaderas- “se sabía” que estaba pasando algo raro. “Se sabía”, dijo.
Hernando manifestó también su comprensión ante el delito cometido por los granjeros que pagaron las mordidas para evitar ser sometidos a la inspección del Seprona, alegando que hicieron lo mismo que habría hecho cualquiera que hubiera sido amenazado por la mafia. Yo creo que Hernando tiene razón: no debiera ser lo mismo pagar por obtener un privilegio –conseguir subvenciones europeas para colarse en la ZEC, por ejemplo- que pagar por protección, por miedo a que te empapelen y cierren tu negocio.
Y es que la trama se movía al menos con dos procedimientos. Uno era el estilo elegante, el tradicional en la corrupción: cobrar por facilitar beneficios. El otro era el estilo mafioso, menos frecuente en estas latitudes, que consistía en cobrar por protección, por no llevarte a la ruina. A juzgar por la decisión de ingresar en prisión al general Espinosa, y dejar al resto de los detenidos volver a casa con cargos, parece lógico suponer que era Espinosa quien estaba en la cúspide de ambas ramas del tinglado, al que –parece casi de libro- se añaden los consabidos episodios de relax y esparcimiento, al parecer grabados por quien destapó el basureo, Marco Antonio, el amigo de los Fuentes, confidente y delator con años de experiencia: hay quien dice que además de los videos que guardaba en los teléfonos que entregó a la policía, conserva otros que podrían incordiar a gente de peso y nivel. Y no a la gente que en su día eligió codearse con alguien tan escurridizo y cantarín como él. No a esa: a la que supo de la existencia de los videos, ya en junio de 2022, cinco meses después de que el asunto fuera conocido en el Ministerio del Interior.