Sobre los juicios paralelos
EL ENFOQUE 2 MARZO
Santa Cruz de Tenerife
De todas las fórmulas posibles para escapar a este final probablemente inmerecido para su Gobierno y su legislatura, el presidente Torres, ha elegido sin duda el más trillado, menos valiente y más inútil: pedir a los 70 diputados del Parlamento que eviten caer en juicios paralelos sobre el ‘Caso Mediador’. Ojo, no es que uno esté en contra del principio de presunción de inocencia, es que aquí ya no hay presunción, al menos en lo que se refiere al comportamiento indecente de la tropa del Tito Berni. Por motivos aún difíciles de entender, Antonio Navarro, pivot y principal muñidor de todo el desaguisado, ha elegido autoinculparse y entregar a la Justicia pruebas sobre el comportamiento de sus colegas principales: el ex general, el ex diputado y el ex director general. Por supuesto que quedan cosas por contar y que no conviene anticipar acontecimientos, pero lo que ya se conoce de la trama Mediador deja pocas posibilidades de dudas. Otra cosa es la basura repartida a diestro y siniestro por Navarro Tacoronte, un hombre de lengua audaz y probada capacidad para liarla.
Torres optó ayer por su perfil más conveniente, el de hombre ponderado y tranquilo, muy distinto al tasmanio que le poseyó el martes, y recordó con voluntad conciliadora a aquellos “muchos nombres de distintas fuerzas políticas que sufrieron un calvario” a la espera de que las causas en su contra fueran archivadas. Citó al que fuera alcalde de Vilaflor, Manuel Fumero, pero igual pudo citar a Fernando Clavijo, sañudamente perseguido por el ‘caso Grúas’, a Carmelo Padrón, también de su partido, imputado durante década y media, o al propio Lope Afonso, que tuvo que renunciar a su militancia en el PP por una denuncia inconsistente. Lo que es común a esos tres, es que todos fueron acusados con la intención de sacarlos de la política a las bravas, no por haberse engolfado extorsionando o negociando comisiones. En realidad, el juicio paralelo que le preocupa a Torres no es el que sufren sus dos compañeros hasta hace una semana, o esa sombra ominosa que se cierne sobre el grupo parlamentario socialista, por la hipocresía de alguno de sus miembros en relación con la prostitución. Lo que le preocupa es el juicio paralelo que pueda sufrir él mismo en el final de este mandato, un juicio sobre su responsabilidad política en este asunto, que no es cosa de la justicia, sino de los electores.