"Mami, no llores más": la emotiva conversación entre un niño con cáncer y su madre

Gran Canaria

Sandra Marrero llevó a su hijo al pediatra por un dolor de cuello, creyendo que tenía una contractura muscular. Sin embargo, el niño sufría un linfoma de Hodgkin, un tipo de cáncer que afecta al tejido linfático. "Para nosotros fue un shock tremendo, la vida nos cambió completamente", explica Marrero, que no ha parado de preguntarse por qué les tocó a ellos. "Es una pregunta que no tiene respuesta y nunca dejas de hacértela", explica Sandra. Su hijo tiene hoy dieciocho años y el cáncer está en remisión. Gracias a la Fundación Pequeño Valiente han vivido el proceso en compañía de otras familias, con apoyo psicológico y emocional. "La vida te cambia totalmente, hay que pedir una baja laboral y prácticamente vivir en el hospital", explica Marrero. Muchos padres se ven obligados a dejar su trabajo y la mayoría de los niños tienen que abandonar las clases y su entorno de amigos mientras enfrentan la enfermedad. "Los hermanos son los grandes olvidados, que se quedan solos al cuidado de la familia mientras los padres acompañan al niño que lucha contra la enfermedad", explica Sandra.

¿Cómo se le explica a un niño de catorce años que tiene un cáncer? El hijo de Sandra tenía esa edad cuando fue diagnosticado. "Es muy difícil, aunque ellos tienen una capacidad diferente a la nuestra y afrontan la enfermedad de manera distinta. Los primeros meses de tratamiento nosotros no éramos personas, y él no perdía su sentido del humor y su forma de ser", recuerda Sandra. "Llegó un momento en que me dijo: mami, no llores más", explica. "No estés triste, cuando te pongas triste acuérdate de mi contando chistes, riendo", añade. "Cuando llegamos a la planta me sorprendió ver a todos esos niños que nunca pierden la sonrisa y la alegría", explica Sandra, que se dio cuenta que los niños viven el momento presente: aunque estén enfermos, viven el presente y afrontan la enfermedad de otra manera. "Tienen el superpoder de vivir el momento y disfrutarlo aunque lo estén pasando mal", añade Sandra.

"El cáncer me hizo parar y me enseñó a vivir", dice José Jerez, padre de dos niños con cáncer

José Jerez es el presidente y fundador de Pequeño Valiente. Sus dos hijos atravesaron la enfermedad. Uno de ellos tenía tan solo dieciocho meses y el otro cuatro años. "El pediatra me dijo que mi hijo tenía pies planos. Es muy difícil diagnosticar un cáncer. Cuando fuimos al Hospital Materno Infantil le hicieron un escáner y tenía un cáncer cerebral. Por eso es muy importante que los pediatras escuchen a los hijos, pero sobre todo, que escuchen a los padres", añade Jerez, que hace también un canto a la vida a pesar de las dificultades que ha atravesado. "Tenemos que dejar el móvil, levantar la cabeza y vivir el presente. El cáncer me enseñó a vivir. Aprendes a diferenciar lo que tiene importancia y lo que no. Yo ahora disfruto cuando me siento en las escaleras bajo un rayo de sol con un cafecito. En estas cosas sencillas está la vida", añade Jerez.

"Yo ya no me pierdo un achuchón de mis hijos", dice Sandra Marrero

"El cáncer nos enseña a priorizar lo que es realmente importante en la vida. Yo ya no me pierdo un achuchón de mis hijos. Ni de mis hijos, ni de mis padres, ni de la gente que quiero. Es lo que nos vamos a llevar de aquí", explica la madre de este pequeño valiente. Sandra y José hacen un llamamiento a la investigación, el único remedio contra el cáncer. El 82% de los niños con cáncer se curan con un diagnóstico precoz. "El tiempo nos enseña a gestionar poco a poco el dolor, y nuestros propios hijos. Los hijos son nuestros grandes maestros", concluye Sandra. Ambos están en la Fundación Canaria ‘Pequeño Valiente’ y unen sus fuerzas para mejorar la hospitalización de sus hijos e hijas, una entidad sin ánimo de lucro, cuya misión principal es mejorar la calidad de vida de todos los niños y las niñas con cáncer y de sus familias, de tal manera que el proceso sea lo más liviano posible.