Gritos silentes
Santa Cruz de Tenerife
La diferencia de clases existe también en las tragedias marítimas.
Unos ruidos provenientes del fondo marino en el radio de acción en el que aviones y buques sofisticados buscan a un submarino turístico con destino a los restos del titanic, son celebrados con júbilo y por un seguimiento mediático mundial extraordinario.
El otro lado de la moneda lo constituyen los continuos naufragios de precarias embarcaciones, aqui al ladito de nuestras costas, y cuyo número de desaparecidos no alcanza ni el acuerdo común en los diversos medios de comunicación de esta tierra, que sí coincidimos en divulgar el fallecimiento de un menor en el ultimo naufragio migratorio, que sepamos, sucedido en la ruta migratoria canaria.
Unos golpes acompasados detectados por la tecnología más sofisticada y que se creen procedentes del submarino titan, agitan los sentimientos de quienes deseamos que los millonarios embarcados en esta aventura consigan salvar la piel y aprendan que sus billeteras no equivalen a salvavidas efectivos por mucho que los mismos sean de oro.
Mientras, aquí al lado, los gritos de los desparecidos, muchos de los cuales no serán encontrados, son gritos silentes sepultados por las fauces de un océano que es un cementerio continuo de vidas e ilusiones.
El mundo civilizado mira el reloj con gesto constreñido conteniendo la respiración para que no se agoten las horas de oxígeno que se calcula que le quedan al submarino en el que todo corresponde a un viaje en primera clase.
Aquí, mientras tanto, quedamos a la espera del próximo drama en nuestras aguas y al que miraremos de soslayo porque resulta un episodio incómodo para nuestras conciencias.
Queda clara la existencia de pasajeros ricos y pasajeros pobres.
Todo nos recuerda al viejo fenómeno migratorio: a aquellos barcos atestados de paisanos rumbo a América ocupando las plazas de tercera clase, mientras los más pudientes viajaban en camarotes de primera.
La diferencia reside en que los golpes procedentes del submarino turístico desatan expectativas jubilosas, y los golpes que suponen los muertos en la travesía África - Canarias quedan amortiguados en nuestras conciencias por repetitivos y, en consecuencia, se tornan silenciosos en nuestros corazones.
Jueves, 22 de junio. Buenos días, La Palma. Buenos días, Tenerife.
