Ángel: "Del Tenerife fui aficionado antes que futbolista"
El delantero rememora sus inicios como blanquiazul en una conversación publicada en el libro '1922, es más que fútbol' con motivo del Centenario del CD Tenerife
Santa Cruz de Tenerife
En el domicilio de sus padres en Geneto, las paredes recuerdan los primeros pasos de Ángel Luis Rodríguez Díaz (La Laguna, 1987) con un montón de imágenes de sus días de blanquiazul, recortes de prensa con noticias que informaban de su repentina eclosión en el primer equipo y tantas otras historias que se forjaron cuando aún pertenecía al CD Tenerife. El afecto al equipo de su isla natal no se lo ha perdido nunca, como tampoco el respeto y la gratitud hacia aquellos que le formaron como futbolista. Ahora que figura entre los delanteros canarios con una mejor tarjeta de goles en la historia de la Liga, repasa en esta conversación qué significó para él haber debutado tan joven y rememora tiempos felices (la llamada de Amaral, el amistoso con el que se estrenó en el Heliodoro o el ascenso de Girona), pero también otras experiencias más amargas como el descenso en Mestalla… por un gol. Sus lágrimas en Valencia aún le duelen. La conversación fue publicada en el libro '1922, es más que fútbol'.
¿Qué supuso en su carrera el CD Tenerife?
Al final, es el inicio de mi carrera. Es el club que me da la posibilidad de ser profesional y de iniciarme en la vida que tanto deseas desde pequeño. El Tenerife me dio la opción de jugar y de crecer, como persona y como futbolista. Todo jugador de la Isla tiene como uno de sus grandes objetivos llegar al primer equipo del Tenerife, y yo lo conseguí. Me sucedió muy tem-prano, tuve la suerte de debutar muy joven y fue una experiencia que me hizo muy feliz.
¿Qué recuerdos tiene de sus años en la cantera? ¿Algún partido en especial?
Tengo muchos recuerdos bonitos de los tiempos de cantera. Teníamos un gran equipo; había muchos jugadores y muy buenos, que salieron adelante, como Omar Ramos, Cristo Martín, Tommy Correa, Andrés Fernández… Era una quinta realmente buena. Yo disfruté muchísimo porque ganábamos muchos partidos y torneos, fuimos a jugar incluso a la Península. Sobre todo me acuerdo del año de cadetes, que quedamos campeones de Tenerife y de Canarias y nos fuimos a jugar un campeonato nacional contra el Barça de Piqué. Estaba también Messi, que no podía jugar porque era extranjero. Nos medimos al Zaragoza, al Atlético de Mario Suárez… Y recuerdo aquellos días como si fuera ayer. Era superbonito jugar contra clubes tan grandes. Ya entonces sabíamos que aquellos jugadores iban a estar algún día al más alto nivel. Como así ha sido.
Cuando se hinchaba a meter goles de pequeño, ¿ya en-tonces su sueño era lucir alguna vez la camiseta del Tenerife? ¿Fue Ángel aficionado antes que futbolista?
Yo no me planteaba debutar como un objetivo. Sabía que era muy complicado llegar. Yo jugaba porque era feliz cuando metía goles. Me sentía realmente realizado cuando las cosas me salían bien. Y ahora tampoco es que sea diferente, pero cuando era pequeño estaba como loco por jugar. Si hubiera sido posible, lo habría hecho todos los días. Y claro que era aficionado antes que futbolista. De hecho, era recogepelotas de Sergio Aragoneses, una anécdota que luego le conté cuando coincidimos. Tanto mi hermano como yo éramos muy muy seguidores del Tenerife.
¿Cómo recuerda el momento en que le llaman para subir al primer equipo? ¿Dónde estaba cuando recibe la noticia?
Lo recuerdo muy bien porque esa llamada es un momento muy importante. Dos días antes de debutar me llama Fabián Rivero para entrenar con los mayores. Estaba en casa viendo la tele y me dijo: «Mañana vas con los grandes». Nos llama a mí, a Ricardo y a Jonás. Al final, dos de los tres nos quedamos en el primer equipo. Era una buena noticia para mí, de algún modo la recompensa por estar haciéndolo bien en el filial. Me estrené en un amistoso contra un equipo alemán, entre semana, y me lo tomé como si fuera partido oficial.
¿Qué importancia tuvo Amaral en sus inicios?
David es un entrenador de la tierra y que ha dado la oportuni-dad de debutar a muchos jugadores jóvenes. Yo le debo muchí-simo. Firmar en el primer equipo fue gracias a él. Y haber coincidido con compañeros que ahora son amigos y con los que mantengo relación no habría sido posible sin su apoyo. Sé que su influencia fue determinante; no solo en mi caso, también en el de otros canteranos a los que dio su confianza.
¿Hasta qué punto es importante un entrenador que apueste por la cantera como lo fue él?
Amaral para mí es el entrenador que marca mi carrera. No se lo pensó dos veces y apostar por mí fue una de las primeras decisiones que tomó nada más sentarse en el banquillo del Tenerife. De alguna manera sí fue una recompensa a lo bien que estaba haciendo las cosas en el B, que llevaba ya 18 goles en enero; pero, para llegar, alguien tiene que confiar. Y en mi caso, evidentemente fue él.
Hay un partido que marca un antes y un después, el de Murcia, cuando Ayoze y usted marcan los goles que valen una permanencia. ¿Qué recuerda de entonces?
Recuerdo aquel partido en la antigua Condomina. Empatamos a dos y el punto nos daba la salvación. Fue muy emotivo. Marqué dos goles aquel año, ambos al Murcia; el primero en el de-but y el segundo para amarrar la permanencia. Lo logramos a falta de una jornada y aquello fue el primer paso para que al año siguiente subiéramos a Primera División.
¿Y con qué se queda del año del ascenso?
Fue un año espectacular. No solo porque subiéramos a Primera, sino por cómo jugábamos. Yo no jugué mucho, tenía el rol de revulsivo y salía casi siempre en las segundas partes, pero disfruté muchísimo viendo al equipo tan bien. Nino y Al-faro estuvieron a un nivel espectacular y la gente empezó a sumarse. No sé ni cuántas veces se hizo la ola en el Heliodoro. El mejor colofón posible fue ganar en Girona, volver y ver a la afición volcada en la plaza de España. El recibimiento fue inmenso, una locura. Luego la pena es que no se lograse la permanencia en Primera porque la realidad es que ese ascenso hizo muy felices a miles de chicharreros.
¿Le faltó más confianza por parte del club para llegar a ser importante en el equipo de su tier
No. Al final uno tiene que tomar decisiones, y para mí fue muy complicada la de dejar el Tenerife. Tenía que decidir si seguía jugando en casa o me marchaba a buscar una oportunidad fuera. Elegí esto último. Sinceramente, no me arrepiento para nada aunque aquel fuese un momento triste. Creo que tenía que salir para experimentar cosas nuevas, probarme fuera de la Isla… Mis caminos y los del Tenerife se separaban, pero te-nía la sensación de que era la mejor decisión posible si quería permanecer en este mundo. Llegar es difícil, pero consolidarse lo es todavía más. Y eso es lo que yo andaba buscando.
Aquel día de las lágrimas de Mestalla, ¿ya fue cons-ciente de que posiblemente el Tenerife tardaría mu-cho en volver de nuevo a Primera?
Fue una tarde muy amarga. Recuerdo aquellas imágenes. Es-taba con Richi al lado, escuchando todo el rato los resultados en el banquillo y al final no se da ese gol que nos hubiera dado la permanencia. En trece años como profesional he vivido mu-chas otras tardes difíciles, pero tal vez ninguna como esa por-que se consumaba el descenso, mi único descenso.
¿Cuál fue su gol más importante como blanquiazul?
Es complicado decirlo. Tengo recuerdos muy bonitos de mi debut y del gol al Murcia. Entré cuando faltaba media hora y tengo grabado a fuego el gol, cómo fue, toda la secuencia. Pero hubo otros muy bonitos, como el que hice al Nástic, la primera vez que marqué en Primera contra el Valladolid (que empatamos a tres)…, pero si tuviera que elegir uno, sería el del debut. Porque fue el principio de todo.