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Sobre la esquinita de Yolanda Díaz

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EL ENFOQUE 26 JUNIO

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Santa Cruz de Tenerife

El dilema de la izquierda a la izquierda del PSOE es que no es un espacio ideológico, sino un mercadillo. Yolanda Díaz definió ese espacio con desprecio cuando lo calificó en 2021 de esquinita, un sitio donde reunir a la pibada y ofrecer soluciones imposibles, populistas o identitarias. Pero el problema no es ese. El problema es que Sumar lo tiene muy difícil para intentar ser ahora lo que quiso ser Podemos después de apropiarse de la indignación general. Y no puede serlo porque ese espacio que abrió el 11-M dentro de la izquierda, abriendo una vía de agua en el PSOE, ya no existe. Tuvo su oportunidad, pero la perdió en el viaje de Iglesias desde la denuncia de la casta a Galapagar, y en el exceso de interés por hacerse con los elementos más clásicos del poder político y la manipulación de masas a través de la educación, la guerra cultural financiada con recursos públicos y los medios públicos o los fondos para alquilar medios privados.

Es verdad que Podemos asumió también ministerios sociales, como tiende a hacer la izquierda, pero los usó para lo suyo, que era primero la guerra de redes y después ese sucedáneo del cambio social que es el conflicto cultural. Y así les fue. Lo que ha sobrevivido de aquél estallido ha sido precisamente una ministra que no entró en la guerra cultural, y que se dedicó a hacer lo que no hacía nadie en Podemos: pactar con los sindicatos y los empresarios cada vez que pudo, repartir sonrisas y subir el salario mínimo. Yolanda Díaz desarrollo una tradicional política de hechos, más solventes unos que otros, pero más próximos a lo que la gente de izquierdas, la que vota izquierdas, cree que es una política de izquierdas.

Ahora, gracias sobre todo a una operación de destrucción de Podemos montada por Sánchez con la inestimable colaboración de Podemos, doña Yolanda se ha quedado con los restos, que probablemente sean poca cosa –Sánchez ha iniciado ya la voladura de esa criatura, a ver si la deja mismamente en el esqueleto-, y con un montón de problemas derivados de la falta de cohesión ideológica, identitaria y territorial: la esquinita huele a camarote de los hermanos Marx, donde unos están a lo que quiere doña Yolanda, otros a defender el referéndum catalán y otros a santificar la transversalidad, que aún estamos muchos esperando que alguien nos explique que es eso, pero que se entienda.

 

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