"Me dijo llorando que necesitaba el dinero": décadas de explotación sexual y narcopisos en Gran Canaria
"Llevo cuarenta años viviendo aquí y el problema no son las prostitutas, sino los puteros", afirma uno de los vecinos de la calle Molino de Viento. El incendio en el interior de un prostíbulo ha reabierto el debate sobre lo que ocurre a la vista de todos y sin embargo nadie quiere ver
Reportaje: un paseo por la calle de la explotación sexual y los narcopisos
Gran Canaria
Antonio Álvarez Gil vive en la calle Molino de Viento desde el año 1964. Sus ojos han visto todo lo que ocurre en este barrio en pleno centro de la capital grancanaria. "Yo reparaba los televisores a las prostitutas, el problema de esta calle no son ellas, sino los hombres que vienen a explotarlas y a comprar y consumir droga", explica Antonio mientras señala la ubicación exacta de los narcopisos. Antonio tiene muy claro, -como la mayoría de los vecinos-, que el problema de este barrio no son las mujeres prostituidas, sino los puteros y los explotadores sexuales que las esclavizan.
"Si usted toca la puerta en los números treinta y tres y treinta y cinco a cualquier hora del día o de la noche puede comprar droga. Eso ha sido así desde hace muchísimos años. Está a la vista de todo el mundo y aquí, en pleno centro", denuncia Álvarez. No solo hay droga y explotación sexual en las calles del barrio de Arenales, sin embargo, sus calles se han convertido en un emblema de lo que nadie quiere ver aunque salte a la vista. Lo sabe la policía, los vecinos y las instituciones, pero únicamente las ONG hacen algo por ellas.
"¿A quién le importan las putas? A nadie", lamenta la periodista Begoña Vera que vive en el barrio y trabaja con ellas
"Estas mujeres son todas víctimas y necesitan reconocimiento, justicia y reparación", explica Begoña Vera, que denuncia cómo a las ONG que trabajan con ellas reciben cada vez menos financiación. "Tenemos que ir pidiendo cada año una y otra vez para hacer el trabajo que no hacen las instituciones, ¿a quién le importan las putas? A nadie", lamenta. En esto coinciden algunos vecinos como José Manuel García Infante. "El otro día una chica me paró, me preguntó si quería irme con ella y cuando le dije que no, rompió a llorar y dijo que necesitaba el dinero", explica.
Las ONG que trabajan en la zona explican que se trata de un problema complejo que no tiene una solución única. Aunque se producen detenciones puntuales, el problema de fondo sigue existiendo. Molino de Viento es un emblema de la explotación sexual visible, pero se trata de una realidad a la orden del día en muchos otros puntos de la isla de Gran Canaria y que debe enfocarse, según los expertos, reeducando al consumidor de prostitución para que deje de hacerlo. "La mayoría de los problemas son derivados de los puteros que se creen que esto es la ciudad sin Ley", explica Vera.
Los incidentes que suceden en el barrio son constantes. Agentes de la Policía Nacional detuvieron hace unas semanas a dos hombres de 45 y 36 años de edad por los delitos de reclamación judicial y quebrantamiento de condena respectivamente. Al mismo tiempo, tres menores fueron detenidos al ser sorprendidos cuando sustraían en el interior de un vehículo. Los vecinos de este barrio están acostumbrados a leer titulares que describen una especie de ciudad sin Ley. En las calles principales las mujeres prostituidas esperan en las puertas de las viviendas como si fueran mercancía.
La presión urbanística complica la situación: ¿Quién está detrás de esto?
Muchos vecinos se han marchado del barrio. "Estamos hablando de una de las mejores zonas de la ciudad sometida a una enorme presión urbanística", explica Begoña Vera, convencida de que detrás de todo esto hay gente con otro tipo de intereses. "Hay que ver quienes están detrás generando esta presión sin analizar el problema que tienen estas mujeres", añade. Antonio Álvarez recuerda cómo algunas de la casas dedicadas a la prostitución resultan un lucrativo negocio para los propietarios que los alquilan.
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"El alquiler que cobraban con las mujeres era mucho mejor que vender, aunque ahora algunos han vendido y se han fabricado casas", explica cerca del taller donde reparó Antonio televisores durante décadas. A dos manzanas de allí, en medio de la acera llena de socavones, dos postes de la luz se alzan obstaculizando el camino como un monumento a la desidia. "¿Cómo es posible que estos dos postes estén ahí? Es incomprensible, llevan décadas ahí sin que nadie haga nada. Es una desidia absoluta, estamos totalmente abandonados también por el consistorio de la capital", añade Infante.
Javi Rodríguez
(La Palma, 1991) Periodista vinculado a la Cadena...