Sobre los escándalos artificiales y los de verdad
Santa Cruz de Tenerife
El país consume escándalos absolutamente artificiales, creados por especialistas en destripar la razón y la convivencia, escándalos que se afrontan con mucho ruido y muy pocas nueces: hipócritas golpes de pecho, rasgamiento de vestiduras y unánimes condenas. Son escándalos cuya función principal es entretener, distraer, hacer que no estemos pendientes de las cosas que son realmente importantes.
Por desgracia, los verdaderos escándalos no tienen la misma vida lustrosa, no acaparan titulares, no provocan encendidos debates o caldean el ambiente señalando responsabilidades irrefutables y condenas indiscutibles. Por ejemplo: es un escándalo el número de ancianos que mueren desahuciados y solos, en una sociedad que se dice humanitaria y no llega a ser siquiera caritativa. Es un escándalo que el porcentaje de personas que se encuentran en riesgo de pobreza o exclusión social, siga siendo superior a un tercio de los ciudadanos de esta región. Es un escándalo sostenido e insoportable que las Islas encabecen los mayores porcentajes de pobreza del país, mientras menos de 7.000 personas, apenas un 0,3 por ciento de la población de las islas, amasan una riqueza equivalente al 56 por ciento del PIB.




