Ingenua y grande democracia
Santa Cruz de Tenerife
Salvo que estemos definitivamente desorientados en esta deriva de pérdida de la fe en los valores democráticos, supongo que a ustedes también les produciría repulsión escuchar en la boca de un pederasta aquello de “dejad que los niños se acerquen a mí”, tanto como oír a los enemigos de la democracia apelar a la misma porque se sienten privados de la libertad de expresión.
Lo hermoso de la democracia, es que bajo el paraguas de la misma cabemos todos; y a su vez, lo triste de la democracia es que por la vigencia de sus principios tiene que tolerar su convivencia con quienes persiguen destruirla. Estas frases vienen a colación por lo sucedido en el Parlamento de Canarias con la intervención de la diputada de voz interrumpida y matizada por Ana Oramas, en ese momento presidenta en funciones de la cámara, que cumplió con el deber de interrumpir una argumentación en cuyo trasfondo anida el principio del odio contra los inmigrantes bajo la ceremonia de la confusión de meter en el saco a los migrantes que llegan a nuestras costas en cayucos, pateras y neumáticas.
Así de grande e ingenuamente débil es la democracia, por ello la misma tiene que hacer uso de sus mínimos mecanismos de defensa para parar las mentiras que quieren socavar los cimientos de la convivencia. Por eso digo, que vaya meapilas los que entienden que Ana Oramas hizo una interpretación extrema del reglamento de la cámara para matizar a la diputada de Vox que hizo un puchero con migrantes de la ruta canaria, extranjeros y casos de violencia de género.
Ellos, y ellas, la derecha valiente, apelan a Dios y a los valores imperiales para esgrimir sus argumentos contra lo que entienden es libertinaje democrático. por eso, los demócratas debemos apelar al derecho natural y cerrarnos en banda respecto a los que quieren usar la democracia como mecanismo para destruirla. siguiendo los argumentos de aquellos, hay que apelar a la ética que está por encima de las leyes escritas. así que los que ven que Ana Oramas hizo un uso distorsionado de sus facultades, que se lo hagan mirar.
Ellos son los que añoran la democracia orgánica, nunca mejor dicho lo de orgánica, y los que se abstienen en las votaciones de condena contra la dictadura de Augusto Pinochet. Son los que comen de nuestro plato, pero a los que les encantaría que nos muriésemos de hambre.
Viernes, 15 de septiembre. Buenos días, La Palma. Buenos días, Tenerife