¡Oh, my god!

COMENTARIO CASTAÑEDA 20 SEPTIEMBRE
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Soy consciente de que a unos les escandaliza porque aluden a su coste económico; que a otros les parece que ya tocaba hace tiempo; y que a unos terceros les resulta una cuestión que ni fú ni fá.
Hablo de la llegada al Congreso de las denominadas lenguas cooficiales del estado español que aparecen recogidas en la tan celebrada Constitución del 78.
Lo del importe económico, ¿qué quieren que les diga? Es algo así como que a una persona que le importa el fútbol un carajo se lo lleven los demonios al ver como en su pueblo se gastan la pasta instalando césped artificial para que 22 tíos en calzoncillos corran detrás de una pelota, porque el sujeto en cuestión entiende que el dinero antes debe destinarse al ámbito de la cultura.
Respecto a los que aplauden la medida y que afirman que llega tarde, pues les digo que no les falta razón, porque el país no se va a desmembrar porque sus señorías se pongan unos auriculares como la gente que camina por la playa oyendo música en inglés.
Con los que afirman que ya era hora, coincido en que llega tarde, pero puntualizo que me produce tristeza que se proceda a dar la palabra a las lenguas cooficiales porque el funambulismo que protagoniza Pedro Sánchez necesita de ese gesto para alcanzar la presidencia del Gobierno de España.
Y nos quedan esos terceros, que están en la grada viendo este espectáculo de contradicciones que es la política española y que ayer, me imagino, quedaron boquiabiertos al oír al diputado del partido popular, Borja Sémper, arrancarse a hablar en euskera ante el mosqueo de sus compañeros de partido que se oponían a la iniciativa de que ahora en el congreso de los diputados se pueda disfrutar también del uso del karaoke.
Pero el rizo del rizo, por lo menos para mí, llegó cuando leí en internet el mensaje de la diputada por la provincia de Las Palmas, Noemí Santana, que decía: “Siento alegría y a la vez envidia de aquellos que van a poder hablar su propia lengua en el Congreso. Al pueblo canario nos negaron esa oportunidad, nos la negaron a sangre y fuego, diezmando y esclavizando a nuestros primeros pobladores y reprimiendo a las y los alzados”.
Faltó de fondo el coro de Los Sabandeños exclamando: “¡Guañac, Achaman!”, repetía el eco repercutiendo en los senos de los profundos barrancos,
¡Oh, my god!
Miercoles, 20 de septiembre. Buenos días, La Palma. Buenos días, Tenerife.




