Opinión

Sobre la incompetencia en la gestión de las aguas sucias

EL ENFOQUE 3 OCTUBRE

Santa Cruz de Tenerife

La estación depuradora de aguas residuales del Valle de Güímar, que debía ocuparse de las aguas sucias procedentes de Güímar, Arafo y Candelaria, fue inaugurada en 2007, pero jamás llegó a entrar en funcionamiento. Financiada con recursos europeos, del Gobierno y del Cabildo, y completamente equipada con las últimas técnicas de depuración, nunca funcionó, porque una depuradora necesita aguas sucias que depurar, y a la de Güímar, instalada en la zona del polígono industrial, no llegaba ni un litro de aguas residuales. Abandonada durante años, fue asaltada en varias ocasiones, y su material técnico robado o destruido por los vándalos.

En 2019 el Cabildo suscribió con los ayuntamientos implicados un convenio para ejecutar las obras de otra estación depuradora de aguas urbanas. Se inauguró a bombo y platillo tres años después del inicio de sus obras, pero no funciona, ni tampoco funcionará en años, porque no hay conexión con las aguas residuales de los ayuntamientos implicados. Las aguas negras se seguirán vertiendo en fosas sépticas, en pozos filtrantes o directamente al mar, con una depuradora de paquete, último modelo, lista para funcionar, pero cerrada a cal y canto y vigilada por seguritas, para que no ocurra lo mismo que con la anterior. Es la historia de una absoluta y repetida incompetencia.