Historia de un cayuco
Nunca pensé que un cayuco vacío pudiera contar tanto ni tan detalladamente de las historias de superación que alberga

Llegada de un cayuco a El Hierro / Marta Cantero
Canarias
En la Restinga sigue varado el enorme cayuco que trajo hasta las islas, el pasado martes 3 de octubre de 2023, al mayor número de personas que ha arribado en una sola embarcación a Canarias desde la crisis de 2006. Asomarse a su interior desde el muelle da vértigo: por su profundidad y por los restos de vida que aún destila.
Parece un vivienda invertida de dos pisos. Cuesta imaginar cómo pudieron distribuirse en ella 281 vecinos en su primera o segunda 'planta', conviviendo hacinados durante días. Quedan restos de esa convivencia esparcidos de punta a punta: ropa de diversas tallas, platos de plástico, bolsas de galletas, algunas mochilas, un móvil silencioso o enormes bidones de agua, junto a un motor de reserva.
También surgen, aquí y allá, nasas de pescadores aún con sus boyas. En memoria de la primera vida de este cayuco que huele a mar y combustible. Se adivina el desorden, que conserva cierto parecido a algunos hogares que se improvisan en tierra para acoger a familias o comunidades empobrecidas. Nunca pensé que un cayuco vacío pudiera contar tanto ni tan detalladamente de las historias de superación que alberga, mientras surca la mar hacia nuestras costas.