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Estrella, 52 años, sin adicciones y en desempleo. El nuevo rostro de las personas sin hogar en Canarias

"Soy una persona que ha estado acostumbrada a ducharme todos los días, a dormir en una casa, en una cama y de la noche a la mañana, me veo sin todo eso, es muy duro. Es muy duro vivir en la calle y peligroso", apunta

Silvia Cárceles Pozo

Las Palmas Gran Canaria

Cáritas atendió durante el pasado año a 2.530 personas sin hogar, a través del área de vivienda. Hoy 29 de octubre, Día de las Personas Sin Hogar, la organización ha querido resaltar la creciente feminización de la pobreza, aunque siguen siendo mayoritariamente los hombres, en un 82%, quienes demandan los servicios de acompañamiento y asesoramiento. La organización para hacer frente a la demanda de servicios entre las mujeres ha incrementado las plazas disponibles en un 36%. Estrella, con 52 años, sin adicciones y en desempleo, es una de las decenas de mujeres que cada día acuden a Cáritas a acogerse a los servicios de comedor e higiene personal que la organización ofrece. Lleva más de un año recibiendo estos servicios. De la noche a la mañana se vio sin empleo y sin vivienda. La finalización de su contrato la llevó a una situación límite, sin ingresos para afrontar el alquiler "la precariedad en el empleo, el no tener trabajo, no tener vivienda propia me llevó a esta situación de estar viviendo en la calle que se va complicando, se va complicando y, parece que no puedes salir, aunque creo que sí se pueden adoptar medidas desde los organismos públicos para estas situaciones como la mía no se den" señala.

Estrella cuenta que "voy a Cáritas a las nueve de la mañana a desayunar, después vengo también al almuerzo, les estoy muy agradecida porque a mi me han ayudado mucho. También recibo una bolsa con elementos de higiene personal. Es muy duro vivir en la calle. Yo estuve viviendo en la calle Colmenares en la capital grancanaria, después en Triana y también, en la estación de San Telmo y es muy muy duro. Yo he sido una persona que ha estado acostumbrada a ducharme todos los días, a dormir en una casa, en una cama, a tener un hogar y de la noche a la mañana, verte sin todo eso es muy duro. Es muy duro vivir en la calle y peligroso también ", apunta.

Precisamente la inseguridad de dormir en las calles, la llevó a solicitar asesoramiento para acceder a una pensión, en donde actualmente pasa las noches, "me acuerdo de una vez, un hombre joven, de madrugada, yo estaba dormida y no me acuerdo mucho de su cara, se bajó los pantalones delante de mí. Otras cosas como esa y se viven situaciones muy desagradables" describe .

Desde Cáritas, la responsable técnica de Vivienda de Cáritas, Zuleima García ha señalado a la Cadena Ser que "las personas que llegan a Cáritas, lo hacen al verse en una situación límite, sin hogar y esa situación en la gran mayoría de los casos les viene por el elevado coste de la vivienda, la inflación, los empleos precarios, que no pueden llegar a satisfacer las necesidades más básicas. Esto se debe al aumento del coste de la vida, tras la pandemia. También, hay una gran diferencia entre hombres y mujeres, ya que desgraciadamente todavía vivimos en una sociedad patriarcal, quedando siempre las mujeres en segundo lugar y, eso, se traduce en que hay una mayor vulnerabilidad económica debido a que hay mayor tasa de desempleo entre las mujeres, hay una mayor contratación en empleos precarios y una menor tasa de empleos indefinidos o de jornada completa para mujeres".

En cuanto al perfil de usuarios que acuden a la organización, García describe que “el perfil que tenemos en los últimos años, es un perfil masculino, aunque cada vez hay más mujeres, ha aumentado un 36%. La edad media es de 47 años, aunque la franja de los 20 a los 59 años también ha crecido mucho, siendo muy representativo de 50 a 59 años debido al acceso al mercado laboral. Además, es un perfil con una situación administrativa irregular, lo que dificulta el acceso a la vivienda, por tener incapacidad de demostrar que tienen ingresos regulares, que no los tienen, el no tener acceso a ayudas y subvenciones y, además, se le suman las barreras idiomáticas. También hablamos de un perfil con unos estudios primarios, lo que le dificulta el acceso al empleo y una dificultad para la digitalización, que hoy día es clave".

 
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