Sobre las dos amnistías a Cataluña
Santa Cruz de Tenerife
Mientras Puigdemont se hacía ayer de rogar a cuenta de la amnistía, añadiendo hitchcocktianamente su justa pizca de suspense a la inminente investidura, los de ERC se ocupaban más certeramente de las cosas de comer –la pela es la pela-, y lograban anunciar el definitivo cierre de un acuerdo con el PSOE para mantener a Sánchez en Moncloa a cambio de que el Estado condone a Cataluña sus 15.000 millones de deuda, y otras minucias del mismo catálogo, como el traspaso -financiación incluida- de los trenes interiores de Cataluña, hoy en manos del Estado.
Para evitarnos el pasmo, el ministro Bolaños dejó claro ayer que lo de condonar las deudas se irá aplicando progresivamente a todas las regiones españolas. ¿Y por qué sólo a las regiones? ¿Por qué no se aplica también a la deuda municipal? ¿Por qué no a mi hipoteca? Ahora, en serio: la deuda que se condona a Cataluña son 15.000 millones de los casi cien mil que debe. Cataluña concentra más del 40 por ciento de la deuda total de las regiones con el Fondo, hasta un total del 33 por ciento de su propio Producto Interior Bruto. La deuda de Canarias con el Fondo, sin embargo, no llega al 13 por ciento del PIB. Incluso creyendo en las buenas intenciones del ministro Bolaños, aceptando que Sánchez decida perdonar a tooooodas las regiones lo que le deben al Estado, sólo nueve de las diecisiete se han acogido a esos créditos, y eliminarlos para todos significaría favorecer a las más ricas en perjuicio de las más pobres, y a las más manirrotas, dañando a las que hicieron el esfuerzo de controlar su gasto. Una decisión chocante, perdonar a los ricos que gastan a manos llenas, a costa de castigar a los pobres que han logrado ahorrar.
En otras palabras: Sánchez le entrega a sus socios dos amnistías por el precio de una. Una a los delitos del procés, y esta, la amnistía fiscal.




