Sobre la ley de amnistía
Santa Cruz de Tenerife
El asunto parece más grave aún de lo que se esperaba: la amnistía de Sánchez perdona cualquier acto que reivindique o promueva la secesión catalana, incluyendo todos los relacionados con las consultas ilegales del 2014 y 2017, además de todos los episodios de desobediencia, o desordenes públicos producidos como respuesta a la sentencia del procés. Desde 2012 hasta la aprobación de la ley.
Con la presentación de esta ley concreta, ya no caben más disimulos: no se trata de un intento de pacificar Cataluña. La paz requiere de comprensión y aceptación de los propios errores y excesos, y eso no aparece ni por asomo. Quienes han impuesto la redacción de esta ley, no se arrepienten de nada, volverán a las andadas, ahítos de argumentos y relato, después de haber logrado que el Estado se humille, la nación se divida en dos mitades irreconciliables y la razón sea sustituida por la rabia y la furia. No es la paz lo que promueve esta amnistía, sino el asentamiento de esa mayoría constituida entre los partidos de izquierda y las fuerzas nacionalistas de derecha. Una mayoría imposible con la que Sánchez se hizo provisionalmente con el poder en junio de 2018, y que ha logrado construirse en estable logrando que el PSOE acepte como válido un relato que confunde la verdad y convierte a los que carcomen el Estado constitucional, en valedores de la democracia, cuando son exactamente lo contrario, como demuestra toda la historia española, de las guerras carlistas para acá.




