Sobre el ministro Torres
EL ENFOQUE 21 NOVIEMBRE
Santa Cruz de Tenerife
El presidente Sánchez le ha encomendado Ángel Víctor Torres la cartera de Política Territorial, engordada para la ocasión con las competencias del área de Memoria Democrática. Se enfrenta desde su ministerio –al menos teóricamente-, al mayor reto al que un gobierno reciente se haya visto expuesto: evitar que la amnistía y los pactos del PSOE con los independentistas deriven en un referéndum –pactado o unilateral- tras las próximas elecciones catalanas. Torres es perfectamente consciente: en su primer mensaje, realizado desde ese altavoz de posicionamientos impostados que son las redes, ha hecho lo que suele: comprometerse a trabajar por la convivencia, la cohesión y la memoria. Y por si no quedara claro a quien corresponda que siempre hará lo que espera de él Moncloa, ha explicado que piensa desde siempre que “el diálogo es el soporte principal de la política útil”.
Cohesión y diálogo, pues. Un binomio muy difícil de encajar en las actuales circunstancias. Pero Torres es un tipo capaz de obrar milagros, y un político con recursos. Por su capacidad para adaptarse a situaciones cambiantes, cumplir instrucciones de la superioridad sin que parezca que lo hace, y ser capaz de decir una cosa y la contraria sin que se le tuerza un pelo del bigote, Torres responde a lo que se espera de él. Será el perfecto ministro ‘político’ que quería Sánchez para esta convulsa etapa, y hará buena pareja con Bolaños, el otro ministro clave del momento. Lidiar con los independentistas y templar gaitas con el resto de los españoles, esa será su misión principal, y habrá que ver si sabe o no moverse en un terreno tan pantanoso.
Personalmente, le deseo toda la suerte del mundo.